En medio de la coyuntura política, ha pasado desapercibido uno de los temas centrales que aconteció en las reuniones del presidente Vizcarra y la lideresa del partido político Fuerza Popular, Keiko Fujimori.
El presidente, afirmó que la Sra. Fujimori le pidió la cabeza de la ministra de salud y buscó influir para que no haya obstáculo en la aprobación de la ley sobre los semáforos con advertencias en los alimentos procesados. Esto en desmedro del uso de los octógonos rechazados por buena parte de la industria de alimentos.
Lo anterior, no hace más que poner en evidencia el poder que tiene la industria de alimentos en nuestro país; poder que de alguna forma se vio retado en los últimos años con una posición más fuerte del Estado en los casos de la leche y del contenido de cacao en los chocolates.
También, cabe una reflexión acerca de la cadena de valor agroalimentaria en nuestro país. No podemos seguir viendo al sector agrario solo como producción primaria que no llega al 6% del PBI. El agro debe integrar todo el valor que aporta a la industria alimentaria y no alimentaria; lo cual estimo llegaría al 30% del PBI nacional.
Lo anterior requiere reformas por parte del Estado, no podemos seguir promoviendo y regulando a los sectores como una parte de la cadena de valor. El Ministerio de Agricultura solo llega hasta la cosecha y al beneficio animal; el Ministerio de la Producción se encarga de la transformación industrial y la comercialización interna y el Ministerio de Comercio Exterior se encarga de la comercialización internacional. Estas tres carteras deberían estar unidas en un solo ministerio que reúna la parte productiva y comercial.
Adicionalmente, no podemos centrar el rol del Ministerio de Agricultura en construir infraestructura de riego, en desmedro de la promoción agraria (productividad y mercados). Es necesario tener un solo ente público que se dedique a la infraestructura en todos los sectores. Debemos evitar situaciones como la del MINAGRI que no puede encargarse de la reconstrucción de la infraestructura perdida en el último niño costero.
Necesitamos un Estado más fuerte. Que sepa regular una industria alimenticia aportante en algunos casos a los problemas de obesidad y mal nutrición de nuestra población; y además que pueda desarrollar infraestructura de forma eficiente y sin sufrir la dispersión de su ejecución en los tres niveles de gobierno.
