Haber logrado agroexportaciones por valor de cerca de 10,200 millones de dólares en el 2023, luego de una tendencia positiva de varios años, nos enorgullece sobremanera. De particular importancia es que este resultado se haya alcanzado cuando nuestro país viene sufriendo el embate de la inestabilidad política, la corrupción, la pandemia y la inestabilidad climática.

El anunciado informe del Estudio Agroexportaciones Peruanas 2023: Un Análisis Integral del Sector y Perspectivas para el Futuro, realizado por FLUCTUANTE, nos ofrecerá el 1 marzo,  según nos lo anuncia Agraria.pe  una visión detallada del sector agroexportador peruano durante el año pasado; destacando la composición de la canasta agroexportadora, precios, regiones productivas, los mercados clave, las empresas exportadoras e importadoras destacadas, así como los retos superados y las tendencias proyectadas para el 2024.

Desde luego que esa información es de sumo valor para apreciar, por un lado, aspectos estructurales del sector agroexportador; y por otro, la contribución (de los diferentes productos) a la balanza comercial. Esto nos permite mostrar en que forma el sector agroexportador es el segundo más importante, después de la minería, en la cartera nacional de exportaciones. Sin embargo, desde el punto de vista de la contribución al desarrollo nacional, queda aún mucho por valorar y mostrar y seguramente hay respuestas positivas, pero hay que evidenciarlas con datos.

La información generada por las empresas en las varias cadenas que participan en la agroexportación, es incuestionablemente rica para conocer un poco más allá de las cifras relacionadas al comercio. Al respecto, sugiero que busquemos esa evidencia abordando los siguientes aspectos.

El empleo de varones y mujeres. La actividad agroexportadora ha generado empleo directo para varones y mujeres con diferentes calificaciones; tanto en la producción primaria como en la selección, el empaque, el trasporte y el embarque. Es importante mostrar como se ha cumplido la seguridad laboral (exigida por los países compradores); los salarios y otras condiciones que han diferenciado la actividad agroexportadora de otras, en las que el empleo sigue siendo de mala calidad. El estudio de Janina León (CIES) realizado 15 años atrás nos dejó algunas inquietudes respecto al trabajo de la mujer como operaria en las plantas de empaque; aunque reconoce que son contratadas en las mismas condiciones salariales que los varones.

La participación de las PYME. Este es uno de los aspectos más importantes, pues el sector liderado por empresas de alto prestigio, ha conformado clusters en los que la producción de las PYMES se engancha con los eventuales consolidadores de embarque y exportadores.  Desde luego que la expectativa es que en estos encadenamientos haya bajos costos de transacción y beneficios y costos adecuadamente distribuidos, y que el riesgo (especialmente por razones climáticas, de sanidad y de otro tipo) es asumido por las partes en forma solidaria. El estudio de Zegarra (GRADE) el 2018 indicaba que, en el 2016, cuando las agroexportaciones eran de US$ 2.9 mil millones; las empresas más grandes enfrentan un menor riesgo de salida del mercado, 46% de mayor probabilidad de sobrevivencia, que las de base (empresas pequeñas) y que el nivel de educación de los productores y la participación femenina tienen un efecto positivo en la capacidad de supervivencia de las empresas.

Los efectos multiplicadores en las economías regionales. Sin duda, este es el aspecto más importante. Es necesario que mostremos, cómo la agroexportación, por la vía de sus encadenamientos, da origen a otras empresas de insumos y servicios (trasporte, mantenimiento de equipos, reparaciones, etc.) que, por un lado, viabilizan el negocio agroexportador; y por otro, dinamizan las economías locales.  Otro efecto multiplicador de suma importancia es la motivación: Ve a mi compadre como se metió en la agroexportación, hagamos también lo mismo.  Cuando los gobiernos regionales y locales comprendan mejor estas relaciones, ojalá, estén mas proclives a hacer inversiones que acrecienten esos efectos multiplicadores. Por ejemplo, en la inversión para la gestión de la seguridad hídrica (cantidad, oportunidad y calidad) y la expansión del riego tecnificado; y el apoyo para consolidar organizaciones de productores.

Las importaciones de insumos y equipos. Este es un aspecto en el cual rara vez se documentan las cifras. El Perú ha logrado la modernización de la actividad agroexportadora, con la importación de equipos de riego que cumplen las exigencias de la tecnología moderna; e insumos de calidad aceptados en los mercados de los países compradores de los productos que se exportan. Hace unos años, en un aporte en Agraria.pe. (en base a datos de inform@ccion) reportamos que la importación anual de equipos bordea los 50 millones de Dólares, cifra que Agraria.Pe. confirma en el 2022.  Si bien ya se producen en el país, equipos complementarios a los importados, el gradual aumento de la producción nacional de equipos e insumos que cumplen los estándares internacionales, será un importante aspecto en la articulación de la agricultura y la industria.

Los impactos ambientales positivos. Al respecto, hay varios aspectos que mostrar, como, por ejemplo, el ahorro del agua por la vía del riego presurizado; el uso responsable de los acuíferos; la producción de café y cacao sin deforestación (o más bien, con reforestación); y la no contaminación de suelos y aguas, aspecto que nos diferencia sustancialmente de la minería. Será importante también, evidenciar los casos de cooperación con las comunidades en la sierra, para la protección de laderas; y evidenciar la responsabilidad social que se ha asumido por parte de varias empresas.

Es posible que en la presentación del día 1 de marzo (en la cual espero estar en forma virtual) no tengamos aun respuestas sobre algunos de estos aspectos; pero no debemos dejarlos en el olvido, pues el crecimiento agroexportador debe mostrar que contribuye al desarrollo.