Veamos el caso de la papa blanca. En diciembre del 2016 ingresaban al mercado mayorista de Santa Anita (aquí se forma el precio para todo el país) 1,500 TM diarias, en ese entonces el precio promedio mensual fue de 1.44 soles/Kg; mientras que a diciembre del 2017 ingresaban al mercado mayorista 3,000 TM diarias haciendo que el precio baje a un promedio mensual de 0.42 soles/kilo. Es decir, el abastecimientose duplica y el precio baja a menos de la tercera parte.
Esta historia se repite todos los años en nuestra agricultura, en el 2016 el drama fue con la cebolla y zapallo, antes la quínua. 2017/2018 padecen papa, zanahoria, café, maíz amarillo duro. Preocupa cómo vendrá el camote en unos meses y también las menestras.
En mis últimos artículos escribí sobre cómo el precio es el principal gatillo de la productividad. Mejoran los precios y la productividad aumenta, bajan los precios y los campos se abandonan.
En las últimas décadas hemos vivido un proceso de desarrollo de infraestructura vial que ha hecho que buena parte del abastecimiento de productos agropecuarios, a los mercados de la costa, aumente. En adicional un lento pero constante desarrollo de infraestructura hidráulica ha mejorado la productividad de muchas zonas agropecuarias; en consecuencia y a pesar que la población aumenta y el ingreso familiar aumenta cada año; tenemos un problema de sobre-oferta.
El mercado limeño está saturado de productos agropecuarios; y esto resulta en paradoja porque hay regiones del país con déficit de alimentos y con serios problemas de malnutrición y anemia.
El tener un sistema de información fuerte que pueda orientar las siembras, es necesario y de hecho el MINAGRI está trabajando en reflotar el Plan de Cultivo y Riego; pero esto es insuficiente. No basta con decirle al agricultor de Camaná: no puedes sembrar cebolla este año, porque te va a preguntar ¿qué siembro? y solo entonces nos daremos cuenta que no hay sustitutos atractivos. El maíz cayó de precio (0.65 soles/kg en chacra) y cualquier exceso de siembra en otro producto presionará los precios a la baja.
¿Y ahora quién podrá ayudarnos?
De la misma forma que un aumento de oferta baja los precio elásticamente, un aumento del consumo de al menos 5% sostenido por unos cinco años, seria lo mejor que le puede pasar a la pequeña agricultura del Perú. ¿Pero hay margen para promover aumento del consumo? La respuesta es sí.
El consumo de papa puede aumentar de los 85 kilos per cápita año a 100 kilos (Inglaterra, Polonia y Rusia están por encima de los 100 kilos por habitante) del mismo modo hay espacio para crecer en menestras, granos andinos, maca, café en reemplazo del café soluble importado, chocolate con cacao peruano en reemplazo de las golosinas hechas con grasas exógenas, frutas y verduras y la lista continúa.
Necesitamos recuperar un cultivo industrial para el país como lo fue el algodón en su momento con 300 mil hectáreas. El crecimiento en la agroexportación de frutas y hortalizas ayudará un poco, pero es insuficiente. Debemos ser más soñadores y pensar en un abastecimiento de maíz no transgénico (No GMO) a los avicultores para tener un pollo no GMO que podría tener prima de mercado.
Del mismo modo debemos estimular a que la industria cervecera pueda recuperar el cultivo de cebada en nuestros andes. No es jalado de los pelos pensar en promover una cebada premium andina, con mayor precio de venta para el agricultor. Esto puede representar un mayor costo para el industrial pero trasladado al consumidor -de bebidas espirituosas- solo vería afectado en unos céntimos el precio de su líquido elemento. Necesitamos con urgencia esta especie de subsidio cruzado; pero con orientación al mercado, es decir con un giño al consumidor para apoyar y preferir lo nuestro.
Del mismo modo necesitamos un estímulo para que no se use la leche en polvo importada en la recombinación para obtener la leche evaporada. Un estímulo de mercado que deje, sino felices a todos, al menos no descontentos a los productores lecheros.
Adicionalmente, debemos fortalecer al INIA para que haga fundamentalmente validación de nuevos cultivos que puedan orientarse a diversificar más la oferta productiva de los pequeños agricultores y buscar establecer clústeres de agroexportación.
Es la demanda lo que hay que promover primero, luego viene la productividad. El desafío es grande y la solución no llega de manera espontánea. Se necesita un dinamismo y un liderazgo grande de Estado. Soñar no cuesta.
El espejismo de la productividad
Si analizamos la papa y vemos nuestro rendimiento promedio nacional cerca a las 14 TM/Ha podríamos escandalizarnos si vemos el rendimiento promedio de Países Bajos (45 TM/Ha) o Alemania 47 TM/Ha. Por lo general los “economistas de salón” se guían de estas cifras para decir que el problema del Perú es un problema de productividad, lo cual no es cierto.
Así como en Holanda o Alemania podemos encontrar productores que obtienen 80 TM/Ha también en Cañete o Barranca podemos encontrar productores que obtienen lo mismo, a un costo unitario de producción inclusive menor y cercano al 0.12 USD/Kg.
Lo que baja el promedio al Perú es nuestra papa sembrada por agricultores muy pequeños en condiciones difíciles de altura. Un agricultor que tiene media hectárea de papa que no sabe si le caerá una helada, una granizada o si habrá agua suficiente o a qué precio venderá ¿estará dispuesto a invertir en comprar una semilla certificada, fertilizante y un paquete sanitario? Ni de vainas. Lo sensato es tener primero un horizonte razonable de precios, luego disponibilidad de agua y allí recién viene la tecnología de cultivo.