(Agraria.pe) La mandarina es un 88% de agua. La uva es un 80% de agua. La palta es un 76% de agua. “Básicamente vendemos agua”, dice Manuel Olaechea, gerente de operaciones de Agrícola Sunfruits, empresa que opera en Ica.
El ejemplo dado por el ejecutivo revela lo crucial que es el factor hídrico en el negocio agrícola de gran escala, y abre la dicusión sobre las dificultades que enfrenta en el Perú, sobre todo porque se debe hacer una importante diferencia entre ser eficiente y ser sostenible. “Muchos dicen soy eficiente porque con poca agua produzco mucho, está bien, pero nosotros nos enfocamos en ser sostenibles. La sostenibilidad consiste en vivir y trabajar dentro de un ciclo que por sí mismo se va a mantener y perdurar en el tiempo. Puedo ser eficiente, pero si consumo más de lo que recupero no voy a poder subsistir en el tiempo”, explica.
Para llegar a este punto es necesario contar con un contexto favorable que apoye las soluciones inventivas. Agrícola Sunfruits encontró este ambiente propicio en dos gestiones municipales que estuvieron decididas a trabajar con la empresa privada y mantener los proyectos de largo plazo.
Y es que la empresa compró campos en los que la planta de tratamiento de aguas residuales construida por la municipalidad no hacía el tratamiento, como lamentablemente se ve en el 80% de las aguas rurales del país, a pesar de lo cual a los agroexportadores sí se les exige contar con certificados de calidad e inocuidad para regadíos. “Pero les aseguro que la mayoría de agua se usa en asequias para regar campos de papa, el pallar que comemos en Ica, no tienen agua apta para irrigación, porque se tiran las aguas servidas de nuestra comunidades en estas aguas”, dice Olaechea.
Así, con los campos productivos rodeados por esta piscina, la municipalidad tiraba aguas incluso más contaminadas de lo que ingresaban, por lo que la empresa optó por realizar su propio tratamiento con un formato particular que se desarrolla en Chile, Estados Unidos y Austrlia, adaptándolo a la realidad local con algunos cambios.
“El formato consiste en dos grandes tanques de madera de nuestra poda, ‘chipeado’ en pequeños ‘chips’, que ocupan más o menos 4.000 metros cuadrados de superficie donde las aguas servidas son distribuidas y está poblado de lombrices que tratan la materia orgánica. El agua es capatada en la parte baja y tratada con rayos ultraivoleta, lo que permite tratar el agua sin mayor costo energético como sucede con los procedimientos tradicionales, permite tener agua a costo de tratamiento muy bajo. Igual sigue siendo más cara que el agua limpia normal, pero el trabajo lo realiza la lombriz”, detalla.
También compost
Esto además pemirte contar con otro producto como es el compost, que se hace a partir de las frutas que no pueden ser vendidas, las maderas de sus propias podas (que recolectan para evitar que se quemen) y agua poblacional recuperada. El fertilizante que resulta se usa en los cultivos. Esta experiencia es única, ya que de hecho es el único caso a nivel mundial en que una empresa ha obtenido el permiso GlobalGap para usar compost derivado de una planta de tratamiento de aguas residuales para productos agrícolas.
“Es un formato de tratamiento rentable. Es más barato tratar el agua y hacer compost, que comprar compost en Lurín y llevarlo hasta ica. Este formato se puede reproducir en otra zonas rurales y tratar aguas residuales en áreas rurales de nuestro país generando valor añadido. La sostenibilidad no quiere decir caridad, no es gratuito. Se puede ser sostenible y rentable, eso es lo que debemos intentar promover, la sostenibilidad en todo el desarrollo de la industria”, concluye.