Cada vez hay más consumidores en todo el mundo que demandan alimentos de mejor calidad, productos gourmet y que contribuyan a la nutrición y salud, entre otros atributos. Como resultado, las industrias de procesamiento y distribución de alimentos están experimentando importantes cambios. Los mercados de alto valor para consumo nacional e internacional son los componentes de mayor crecimiento de los mercados agrícolas en la mayoría de los países.
Por otro lado, dentro de la zona andina existe una enorme agrobiodiversidad, con el potencial que los productores de la región contribuyan a los avances mundiales en medicina y ciencias agrícolas. En este contexto, las intervenciones orientadas a preservar, mantener y dar valor a estos recursos deben dirigirse a aportar beneficios a los productores que habitan estos territorios, implementando mecanismos sostenibles y que permitan desarrollar este valor.
Si se repasa de forma apretada cómo han evolucionado los mercados agrarios en el largo plazo, se pueden percibir las potenciales oportunidades: i) en los 70, se demandaba alimentos de muy bajo costo y la denominada “revolución verde” fue una respuesta; ii) en los 80, con la entrada de los supermercados (primero en los países desarrollados) el énfasis estuvo en productos frescos de alta calidad y con una adecuada vida útil de anaquel; iii) en los 90, se dio mucha importancia al gusto, la forma, empaques novedosos, marcas diferenciadas, valor agregado, entre otras características, lo cual facilitaba el consumo; iv) en la primera mitad de los 2000, surgen las demandas crecientes por productos orgánicos a diferentes niveles y como una respuesta a los llamados “commodities”; v) en la segunda mitad de los 2000, los mercados han comenzado a demandar productos de alta calidad nutritiva y con potencial aporte a la salud (sobre todo los mercados internacionales) y con un concepto de exclusividad (valorada en precios altos).
Lo interesante es que ya existen experiencias que están tratando de aprovechar estas nuevas oportunidades de mercado. Las papas nativas y su valor agregado (chips, vodka); la quinua negra orgánica; la maca; el yacón; el chuño blanco; el maíz blanco; la carne de cuy; el tarwi, y otra serie de productos que tienen como zona de producción natural a la Sierra y responden a sistemas agroalimentarios que se complementan entre sí. La limitación es que estas experiencias no son articuladas en un concepto más global y en un marco de políticas que promueva su desarrollo más amplio (con inversión privada de productores y empresas).
Cuando analizamos que características comunes tienen estos productos, se encuentran las siguientes pistas: i) son de probada alta calidad (por eso los están comprando); ii) son parte de la agrobiodiversidad de los territorios andinos; iii) se trabajan en suelos limpios y desarrollan resiliencia al cambio climático (lo que ahora se denomina agricultura climáticamente inteligente); iv) provienen de la agricultura familiar, donde la presencia de la mujer es importante; v) en muchos casos se promueven procesos asociativos; vi) alto potencial de contribución a la nutrición y salud. Un punto importante es que la mayor parte tienen el carácter de “exclusividad” (no los encuentras, por decirlo de alguna manera, en otras tiendas). Lo que se debería aprovechar es esta exclusividad para promover y consolidar lo que podemos llamar una Agricultura de Boutique para la sierra con productos únicos de alto valor para mercados nacionales e internacionales.
En ese contexto, se deberían promover una serie de acciones articuladas alrededor de este concepto: i) desarrollo de innovaciones y emprendimientos; ii) generar información sólida sobre la contribución a la salud y nutrición; iii) campañas globales de promoción del consumo a nivel nacional e internacional; iii) generar valor agregado; iv) incentivar y articular la inversión (privada, gobierno nacional, gobierno regional, gobierno local); v) paquetes de servicios que se complementen (producción y comercialización); vi) relacionarse con la gastronomía; vii) articularse con el turismo (por ejemplo, ruta de productos).
Se puede decir que la agrobiodiversidad con la que cuenta la sierra del Perú permite que se pueda encontrar oportunidades de desarrollo con miras a nuevos mercados. La importancia de la agrobiodiversidad radica en que puede representar una ventaja competitiva que contribuya al desarrollo del país a través del aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.
Así como la Costa peruana se ha posicionado como proveedora de productos agrícolas frescos de alta calidad a los mercados nacionales e internacionales, la Sierra debería ser una especie de boutique donde se encuentran productos únicos de alta calidad (para la nutrición y la salud), diferenciados, con valor agregado, entre otras bondades, que la posicionen como un territorio donde se encontrarán productos exclusivos y únicos para los diferentes mercados y consumidores, en el marco de sus propios sistemas agroalimentarios.