10 enero 2019 | 08:39 am Por: Edwin Ramos | prensa@agraria.pe

Otro producto en espera de su oportunidad

El rambután, un fruto exótico que todavía no logra masificarse en tierras peruanas

El rambután, un fruto exótico que todavía no logra masificarse en tierras peruanas

Solo existen de cinco a siete hectáreas en nuestro país a modo experimental con una producción que se agota inmediatamente en el mercado local. Sin embargo, países como Guatemala y México lo exportan con gran éxito. 

(Agraria.pe) Llegó silenciosamente en el año 2000 y desde entonces, a pesar de diversos intentos, el rambután no ha logrado masificarse en nuestro país a pesar de sus muchas cualidades que lo hacen comercialmente atractivo. 

William Daga, especialista en frutales de Sierra y Selva Exportadora, nos cuenta que fue una empresa privada de la selva central la que lo trajo a principios del nuevo siglo, aunque antes había tenido una incursión junto a otros frutales exóticos como el mangostino y el lichi de la mano de la Universidad de Tingo María. 

“La empresa que trajo el rambután ha desarrollado un trabajo de investigación durante seis o siete años, con cinco o seis variedades a este momento, pero no ha logrado el despegue en áreas grandes o productivas. Los tienen en ensayos, afinando el tema tecnológico, la propagación y adaptación de variedades, pero todavía no hay un desarrollo y tecnología”, explica.

En donde sí ha encontrado terreno fértil, además de su raíz asiática desde luego, es en Guatemala, uno de los mayores exportadores de rambután junto a México, que han logrado exportarlo con éxito a Estados Unidos y parte de Sudamérica (Brasil).  

Pero, ¿por qué no funciona el rambután todavía en el Perú?
Daga destaca que se trata de un fruto llamativo en colores rojo o fucsia con puntas amarillas que, al ser pelado, muestra un centro blanco, jugoso, dulce y muy carnoso. Además de eso, tiene alto contenido en fósforo, potasio, calcio y fierro, lo que lo hace popular entre deportistas, procesos posoperatorios y gente de la tercera edad. Con todo ello, parece muy atractivo comercialmente.

Sin embargo, dice, en el país hay solo un promedio de cinco a siete hectáreas que dejan una producción anual de cuatro a cinco toneladas, las que son absorbidas inmediatamente por el mercado limeño a través de supermercados a precios muy elevados (similares a la pitahaya, que puede rondar los S/ 10 soles por kilo).

El problema, refiere, es que el cultivo no está funcionando en la selva central peruana, por lo que se debe pensar en zonas más al norte como Yurimaguas, San Martín y Amazonas, e incluso podría tentarse en la costa peruana en regiones como Piura y Tumbes, que son zonas tropicales secas, ya que es originario de climas monzónicos como los que requiere el mango.

Para ello es prioritario contar con la tecnología adecuada, tener patrones definidos e injertos que no demoren mucho tiempo en producir. Se debe además desarrollar una zonificación que identifique las mejores zonas agroecológicas para su producción, ya que tendría que de alguna forma imitar las condiciones con que cuenta en Guatemala donde prospera gracias a la combinación de suelos volcánicos, mucha lluvia, bastante calor y riego efectivo. A eso debe sumarse el control de la mosca de la fruta y contar con los protocolos de exportación.

A contracara de su situación en Perú, donde es una rareza de alto costo, el especialista de Sierra y Selva Exportadora revela que en países como México y Colombia el fruto se puede encontrar como parte del comercio ambulatorio en las esquinas de las principales avenidas, tal como sucede aquí como las tunas. 

Sin embargo, su potencial de exportación es grande si se piensa en Norteamérica y Europa -no en Asia, de donde es originario y compite con otros frutos tropicales como el mangostino y el lichi-, por lo que se necesita una acción conjunta con los gobiernos regionales para impulsarlo. 

“Y otro tema es democratizar el material vegetal; mientras lo tenga una sola empresa, un solo grupo, es complicado porque se vuelve como un monopolio. Creo que debería haber instituciones como el INIA u otras dedicadas a investigación con material nuevo y probar en parcelas para que no sea una sola empresa la que abastezca el producto. Si logramos un plan de masificación debería ser con participación del Estado, con apoyo de Sierra y Selva Exportadora, el Minagri, gobiernos locales. Se debe impulsar un plan de implantación de frutas tropicales como el rambután, pero también la macadamia, el lichi, el mangostán”, refiere.