(Agraria.pe) En los últimos tiempos, ya casi se ha vuelto un lugar común hablar de mucha oferta y bajos precios, en el mundo de la fruticultura mundial. En el Perú, expertos productores de cultivos estrellas como el arándano, la uva o la palta, expresan opiniones en ese sentido, pero, ¿sucede lo mismo con los cítricos? ¿cuál es el diagnóstico de los cítricos hoy?
Estuardo Masías Málaga, director gerente de La Calera Agrícola y una de las voces más autorizadas para hablar de cítricos y agroindustria en el Perú, señala que, desde inicios de la pandemia, en 2020, ha habido, en efecto, una contracción o estancamiento de la demanda de frutas en general, en todo el mundo, y “una caída real” en el comercio internacional de cítricos.
“Los cítricos representan el 21% del comercio internacional de frutas frescas en el mundo. Dentro de los cítricos, se manejan las categorías de naranjas, limones, toronjas (grapefruit) y mandarinas (easy peelers). Perú participa principalmente en la categoría de mandarinas”, acota Estuardo Masías Málaga, para luego agregar que el comercio mundial de mandarinas se traduce en 4.3 millones de toneladas, de las cuales el Perú participa en sólo 200 o 250 mil toneladas anuales. “Es decir, se trata de un porcentaje menor (5.8%) del total del comercio mundial, pero juega un papel más relevante cuando consideramos sólo el hemisferio sur, donde el comercio total de mandarinas es cercano al 1 millón de toneladas, y el Perú representa casi el 25% de este comercio”.
El director gerente de La Calera Agrícola advierte, sin embargo, que Perú ha sufrido un quiebre en la evolución de su mercado. “Veníamos de un claro periodo de expansión o crecimiento, tanto en área como en volúmenes, desde la década de los 90’s hasta el año 2020; hemos visto crecimientos sobre el 10% anual, gracias a los altos márgenes que permitía la alta demanda internacional, a la alta competitividad de los cítricos y a las políticas públicas que permitieron el desarrollo del sector. Y ahora hemos pasado a un periodo de contracción de la demanda y del volumen, debido a la tendencia mundial, a los altos márgenes de los supermercados en el exterior que le restan margen al agricultor, y a las malas políticas públicas en el sector agrícola nacional”, dice.
Impacto mayor en cítricos
Estuardo Masías Málaga ahonda en las malas políticas públicas en el sector agrícola en Perú. Un error grande, dice, es haber derogado la Ley de Promoción Agraria (N° 27360), cambiándose por la ley N° 31110, “ley de sesgo político y populista”, según sus palabras, que, entre otras cosas, “instaló el bono beta (pago de 30% adicional a los trabajadores formales de la agroindustria), agravando más la crisis en el sector y, desde mi perspectiva, colaborando a mantener pobres a los más pobres, desincentivando la creación de empresa”.
El reconocido empresario agroindustrial peruano, dice que la ley N° 31110 ha reducido la oferta formal de empleo, haciendo migrar a los trabajadores al sector informal. “Se ha generado el efecto contrario al que se apuntaba con esta ley. Hasta antes del 2020, en varias regiones del país, como Ica o Lambayeque, se hablaba de pleno empleo; hoy se ven grandes colas de personas buscando trabajo en las puertas de los fundos y fábricas en estas mismas regiones”.
Pero no todo en el Perú ocurrió de las puertas para dentro; la coyuntura internacional sin duda viene siendo un factor importante en el devenir de la fruticultura peruana. “En 2022, los fletes de transporte internacional subieron a más del doble, afectando muchísimo los retornos al campo; la explosión de la guerra entre Rusia y Ucrania restó mercados a nuestros productos, por el embargo impuesto a estos países en guerra; se dio la paridad cambiaria entre el dólar y el euro, reduciendo los ingresos reales de nuestras exportaciones; y las tasas internaciones de interés bancario se dispararon a más del triple, encareciendo el valor del dinero. Todo esto restó competitividad al sector. En el caso de los cítricos, por ser un producto de bajo valor, el impacto fue bastante mayor; muchas empresas tuvieron que cerrar o matar campos”, dice Masías Málaga.
Falta voluntad del Estado
El 2023 llega con el fenómeno El Niño y, con él, más efectos negativos para la fruticultura peruana, como la reducción en la producción de los campos y un golpe a la infraestructura de las empresas agroindustriales. Las consecuencias de todos estos problemas, sostiene Masías, se traducen en el cierre de empresas y la inminente reducción de la oferta de trabajo.
“Hay que decir, sin embargo, que casi todos los factores que impactaron nuestra agricultura en el 2022 ya han sido corregidos; los fletes marítimos regresaron a su normalidad, se encontraron nuevos mercados para la fruta que solía ir a Rusia, el euro gano terreno frente al dólar, mejorando los precios de retorno al agricultor... Pero hay todavía muchos temas por resolver; las tasas de interés aún están altas y el acceso al crédito es limitado; El Niño aún se cierne sobre nosotros, hay incertidumbre respecto a lo que sucederá en el verano del 2024… Pero lo más grave es la falta de voluntad del Estado para corregir los errores cometidos en el manejo de las políticas públicas que desincentivan el desarrollo del sector y por ende del país”, dice el director gerente de La Calera Agrícola.
Estuardo Masías Málaga recurre a cifras del Ministerio de Agricultura y Riego para señalar que el Perú cuenta con 2.2 millones de unidades de producción agraria. “2 millones son unidades de agricultura familiar, la cual, en gran porcentaje, se encuentra en niveles de subsistencia, es la más afectada por esta crisis agraria… El Perú puede hacer de su agricultura el motor para el desarrollo y el progreso, llevando a esas 2 millones de familias hacia la modernidad. Nuestra responsabilidad como país tiene que ver con levantar nuestra economía a través de la generación de empleo y la generación de valor, y en la agricultura está la oportunidad de lograrlo. Este sueño sería posible mediante la colaboración entre el sector privado y el sector público. El país necesita un liderazgo firme y claro respecto a los objetivos de desarrollo y bienestar para nuestra población”.
Fuente: Portal Frutícola