Por: Alfonso Miranda Eyzaguirre, ex ministro de la Producción
(Agraria.pe) El arándano es un fruto carnoso, para cuyo cultivo son propicios los climas frescos con presencia de lluvias y frío durante el invierno para favorecer que la planta alcance buena floración. Se asegura que es originario del hemisferio norte y es reconocido en la alimentación de la región ártica. Atribuido con diversas propiedades benéficas para la salud humana, como la prevención de afecciones cardiovasculares, el fortalecimiento del sistema inmunológico, el mantenimiento de la salud digestiva, la prevención de infecciones urinarias, el retardo del envejecimiento y la provisión de vitamina C, potasio, fibra, entre otras cualidades notables. A pesar de dichas virtudes, la historia del Perú carece de registros de cultivo de estas asombrosas plantas.
El “Milagro peruano del arándano” ha permitido que nuestro país pasara de no producir, ni exportar un solo kilogramo, a comercializar en el exterior 205 mil toneladas en 2022, superando incluso las cifras de Estados Unidos, Marruecos, España, Países Bajos y Canadá. Este prodigio, que demuestra que nuestra tierra es excepcionalmente fecunda y feraz, debe servir de espejo para guiar nuestro desarrollo en otras actividades.
En la primera década de este siglo, pioneros y emprendedores vislumbraban la posibilidad de introducir su cultivo en nuestro país, y se hicieron pruebas con plantas y técnicos venidos de Chile, Europa, Estados Unidos, Argentina, etc. El año 2011 marcó un punto de inflexión con la campaña “Perú Berries” desde “Sierra Exportadora”, programa iniciado durante el gobierno aprista, que parecía condenado a desaparecer por el régimen que lo sucedió, y que contaba con un exiguo presupuesto que apenas cubría sueldos y gastos generales, por lo que muchos ya le imaginaban partida de defunción.
Y es entonces cuando comienzan a conjugarse condiciones de un círculo virtuoso que tiene como ingredientes a este país de prodigios de la naturaleza y de Dios; una Ley de Promoción del Sector Agrario, desde 2001, que fue la mayor revolución del campo en la historia del Perú; un grupo de aguerridos emprendedores agrícolas y una promoción de la actividad desde Sierra Exportadora con su Presidente Ejecutivo, Alfonso Velásquez Tuesta, quien tuvo la tenacidad de transformar un edificio sin alma en uno de los motores del portento que nos enorgullece, gracias a una política pública promotora.
Nuestro país supo encontrar una ventana de oportunidades en los meses que los principales competidores no tenían cosechas; identificó las variedades que mejor se adaptaban a nuestros campos de cultivo; supo convocar a los mejores profesionales del Perú y del mundo; la prensa de todos los colores y sin mezquindades, se puso la camiseta, como pocas veces, para alentar el proceso. Los pequeños, medianos y grandes agricultores consolidaron el desarrollo de esta actividad realmente inclusiva en más de 20 mil hectáreas. Actualmente da empleo directo a 140 mil peruanos e indirecto a otros 250 mil, exportó en 2022 más de US$ 1.362 millones, se cultiva en 8 departamentos del Perú y llega a los 5 continentes del planeta.
Queda claro que cuando decimos ¡Sí se puede!, no estamos repitiendo una consigna publicitaria o de motivación intrascendente. Lo que sabemos es que somos capaces de hacer lo que nos propongamos, si tenemos la madurez de alinearnos con determinados objetivos nacionales. Tenemos espectaculares ventajas comparativas en actividades como la agricultura, la pesca, la acuicultura, la manufactura, la minería, la metal mecánica, las artes y muchas otras más. Sólo falta imitar a estos precursores para que el “Milagro del arándano” se replique decenas de veces y hagamos un Perú para todos los peruanos.
Fuente: Expreso