13 octubre 2020 | 09:05 am Por: Redacción

La pequeña agricultura en el Perú

¿Por qué insistir ahora?

¿Por qué insistir ahora?
La agricultura de pequeña escala aporta la mayor parte de los alimentos que consume la mayor parte de la población de menos recursos del país, esta incluye a la población rural pobre. Además, la pequeña agricultura es retenedor in situ de la gran biodiversidad agroalimentaria, de la cual los peruanos nos sentimos tan orgullosos.

Por: Dr. Carlos Pomareda Benel, consultor internacional

(Agraria.pe) La pequeña agricultura en el Perú es la agricultura. En esta nota explicaré por qué debe recibir mucha más atención y algunas sugerencias para apoyarla, especialmente ahora que vivimos estas severas condiciones. Reconozco que la legislación reciente sobre la agricultura familiar en el Perú representa pasos en el camino deseable, y ojalá se implemente en forma efectiva. Aquí focalizo en la agricultura de muy pequeña escala y no en toda la agricultura familiar, categoría dentro de la cual hay un segmento de mediana escala y una parte de productores que se están desempeñando razonablemente bien; en contraste con la lamentable situación de los productores con mucho menos tierra y otras limitaciones.

En los párrafos que siguen refiero a la agricultura de pequeña escala como la agricultura familiar de menos de 5 hectáreas (Has).  Del total de Unidades Agropecuarias (UA), las de menos de 5 Has representaron en el 2012 el 40.3 del total y usaron el 5.3% de la tierra agrícola. Mas aun, en el 2012, 830.000 UA de menos de 1 hectárea representaban el 37 % del total de UA, pero ocupaban menos del 1% de la tierra agrícola. Gran parte de estas UA, especialmente en la Sierra, están ubicadas en suelos degradados y en zonas de alta vulnerabilidad climática, y limitado acceso, con las implicaciones que ello tiene para hacer posible una producción sostenible. Estas condiciones implican que este sector de la agricultura requiere una atención especial.

La agricultura de pequeña escala sigue creciendo en el Perú, como lo demuestra el último Censo Nacional Agropecuario (2012) que revela que si bien entre 1994 y 2012, el total de UA creció de 1.74 a 2.21 millones (27%), el mayor aumento fue en las unidades de menos de 5 hectáreas que pasaron de 1.29 a 1.81 millones (40.3%).  Además de los factores de orden estructural relacionados al tamaño de las propiedades, se deben destacar por lo menos dos de alta relevancia en el contexto actual. El primero es la baja conectividad vial, pues gran parte de las unidades de producción están a varias horas y medios limitados para llegar a los mercados de productos, insumos y servicios. El segundo, una oportunidad, es el alto nivel de conectividad electrónica, revelado en la alta cobertura de telefonía celular (80% de los hogares en la sierra rural) y medios relacionados. Esto último, hasta ahora lamentablemente solo ha representado un incentivo para que los jóvenes rurales se enteren de las engañosas condiciones urbanas y migren, contribuyendo a dejar el campo con las personas mayores, y muchos de ellos con limitadas capacidades productivas.

Hay una razón de fondo para tomar en serio la situación de la agricultura de menor escala en este momento: Esta agricultura de pequeña escala aporta la mayor parte de los alimentos que consume la mayor parte de la población de menos recursos del país, y algo muy importante, esta incluye la población rural pobre. Estos alimentos son las papas, los granos andinos, la carne (de varias especies domésticas), la leche, las hortalizas y algunas frutas. Otros productos importantes para la alimentación de la población de menos recursos los aportan las empresas de mayor escala, e incluyen el azúcar, el arroz y la gran cantidad de productos procesados, (harinas y fideos, lácteos, aceites, embutidos, pollos, producidos con maíz amarillo y soya, etc.) logrados todos con ingredientes importados.

En la agricultura de pequeña escala dominan los cultivos de panllevar. Si bien es común referirse a los cultivos en la agricultura de pequeña escala, son igualmente importantes las especies animales, especialmente en la Sierra. En gran parte de las UA de pequeña escala en la Sierra hay cuyes, gallinas, ovejas, vacas y camélidos (en aquellas UA que además de tierras de cultivos, tienen acceso a pastizales). En todos los casos son fuente de proteína, pero también son bienes de capital, que aún hoy existen como medios de intercambio.

Sumado a lo anterior debemos reconocer un factor esencial: La pequeña agricultura es retenedor in situ de la gran biodiversidad agroalimentaria, de la cual los peruanos nos sentimos tan orgullosos por tenerlos como ingredientes básicos para nuestra cocina. Su mayor aprovechamiento permitirá que recuperemos hábitos alimenticios que nos permitan sustituir productos importados y que los productores generen más ingresos. Es decir que ocuparse de la agricultura de pequeña escala es reconocer dimensiones estructurales de los predios como tales; de las condiciones familiares; del medio inmediato, y de su aporte a la alimentación básica; todas con implicaciones sociales. Una de las más importantes razones para ocuparnos de la agricultura de menor escala hoy es detener la profundización de la pobreza rural, parte de la cual son los más pequeños productores y sus familias, especialmente en la Sierra.

Además de las condiciones brevemente referidas en la agricultura como tal, el escenario previsto en los próximos meses, y ojalá no muchos, implica que la atención será urgente a la población urbana donde el desempleo y los daños a la salud están causando más estragos. Es de esperarse que la atención médica se provea especialmente en los centros urbanos, como hasta ahora. Es posible también que las donaciones de alimentos lleguen más a los segmentos pobres en las ciudades grandes, intermedias y pequeñas y muy poco o casi nada a los pequeños productores agropecuarios aislados. Lo anterior justifica plenamente por qué atender mejor la agricultura de pequeña escala en forma urgente. Las razones son económicas, sociales y éticas, pues para esta población, la situación actual no es sostenible. En la agricultura de pequeña escala hay muchas limitaciones, pero si uno seleccionase las más importantes y trascendentes, se puede focalizar en algunas áreas de trabajo para superar esas limitaciones.

La agricultura de pequeña escala es caracterizada por importantes diferencias en productividad estando las mayores diferencias en la Sierra, entre los que usan riego y los que no lo hacen. Del total de agricultores, 583.000 utilizan el riego y pertenecen a alguna Comisión de Regantes, pero el riego se usa estacionalmente y no siempre en forma efectiva.  Democratizar el riego es prioritario, ello contribuirá en forma sustantiva a mejorar la productividad y a mitigar los efectos de la inestabilidad climática. La estrategia nacional debe redefinirse en el marco de acciones más significativas de colaboración entre el PSI y los gobiernos regionales y locales con tecnologías de bajo costo.

Las innovaciones en la agricultura peruana se han dado en forma significativa pero dispareja. Las han hecho los productores que han estado cercanos a los polos de innovación (proyectos privados y estatales); aquellos con algo más de acceso a servicios; y los que se han organizado para aprovechar el conocimiento y hacer alianzas con empresas comercializadoras y exportadoras. La gran mayoría de productores aún está ajena a estos procesos y por lo tanto su agricultura es de baja productividad y de bajo valor agregado. A ello se suma el generalizado bajo nivel de gestión empresarial. Los avances hechos con el PNIA, Sierra Exportadora, otros proyectos estatales y las iniciativas privadas muestran que el cambio es posible y deben recibir más atención; y por lo tanto urge proceder al escalamiento de las lecciones aprendidas.

La asociatividad en la agricultura en general es limitada y especialmente débil entre las organizaciones de muy pequeños productores. Del total nacional solo el 22.9 % de los productores pertenece a algún tipo de asociación o cooperativa. La efectividad del funcionamiento de las organizaciones asociativas para conducir negocios y proveer servicios es baja. Con la excepción del servicio de administración del agua para riego, de lo cual se benefician los miembros de las Juntas y Comisiones de Usuarios, menos del diez por ciento de los productores a nivel nacional indica que recibe otros servicios (información, asistencia técnica, compra colectiva de insumos, comercialización, etc.) Fortalecer la capacidad de las organizaciones es indispensable pero también inducir a los productores a participar en forma efectiva en las organizaciones. Los trabajos de Agroideas y de varias ONGs son meritorios, pero no tienen la suficiente cobertura. Hay que crear la capacidad institucional en los entes estatales y en los gobiernos locales en la que se entienda y se apoye la construcción de mejores organizaciones como una condición necesaria para el desarrollo.

La responsabilidad social de la agricultura es creciente. De la agricultura dependen directamente 7.64 millones de personas, además de los que se emplean como asalariados. El Censo Agropecuario revela que en las 2.4 millones de UA, además del jefe de familia participan en las labores agrícolas y ganaderas 3.4 personas, entre ellos la esposa e hijos. La productividad de este recurso humano es muy baja, especialmente entre los productores de menor escala, debido entre otros factores, a que no cuentan con equipos adecuados; y no los pueden adquirir por limitaciones de financiamiento.  Facilitar la adquisición de herramientas y equipos para trabajo individual y colectivo, incluyendo equipos para riego es urgente.

El crédito institucional no llega más que al 10% de los productores de menor escala; y a menos del 5% de los de menos de una hectárea, entre ellos, los que usan crédito recurren al sistema informal en el que predominan las tasas de usura. Tratar, una vez más, de salvar al Banco Agrario puede ser una utopía. Se deben establecer instrumentos financieros creativos y mecanismos ágiles que movilicen dinero del sistema financiero formal, donde está amarrado el dinero para ganancia de los bancos, hacia los operadores que pueden atender a los usuarios rurales.

Como se mencionó antes, ha aumentado la conectividad electrónica en las zonas rurales. Este aumento es sustantivo en la Sierra. Ante la limitada movilidad de las personas a raíz de la pandemia hay una oportunidad para incrementar la información por medios electrónicos de los aspectos tecnológicos, de gestión, de motivación para la acción colectiva, de oportunidades de negocios, de condiciones en los mercados y otra, que complemente a la que se da para la distracción. El mensaje positivo, de ánimo, de motivación debe ser el eje que sustituya la visión lúgubre que en nada anima la cambio que necesitamos. La disponibilidad de videos y charlas es inmensa y muy poco utilizada. El Minagri y sus proyectos, los Gobiernos Regionales y Locales y las organizaciones de usuarios de agua tienen una gran oportunidad de hacer aportes sustantivos usando estos medios de comunicación con baja inversión.

Si la atención a los productores de pequeña escala fue siempre una necesidad la cual se fue atendiendo a medias, ahora es una responsabilidad ineludible. Los pequeños productores están entre la población entre la que el Covid-19 ha tenido menos incidencia en cuanto a contagios (aun cuando se reporta alta mortalidad en capitales de distritos rurales). Sin embargo, los pequeños productores son la población alimentariamente más vulnerable. Ello demanda apoyarlos para producir por razones de seguridad alimentaria; pues como se refirió antes, la ayuda alimentaria tenderá a concentrarse en los espacios urbanos. Dar este apoyo ahora contribuirá a mejorar la salud de las personas y disminuir su vulnerabilidad.

Para implementar las medidas sugeridas no hacía falta una nueva ley y mucho menos crear más entidades; pero ya la Ley está dada y hay que aprovecharla. Lo que se necesita es voluntad política, reorientación del uso de los recursos públicos; motivación para la acción efectiva en las entidades del Estado, especialmente el Minagri y sus entes adscritos, y muy importante, participación con compromiso de recursos de parte de los Gobiernos Regionales y Locales, pues es en esos territorios donde se desarrolla la agricultura. Las universidades están llamadas a ser el motor en el engranaje de gestión del conocimiento.

 

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