(Agraria.pe) La peruana Haydée Anccasi, fundadora de un emprendimiento que cultiva, industrializa y comercializa la maca, planta milenaria originaria de su país, fue reconocida como una de los "Líderes de la Ruralidad" de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El premio, denominado "Alma de la Ruralidad", es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Haydée creció hablando la lengua quechua, en una comunidad campesina del departamento de Huancavelica. Fue su padre quien le transmitió el respeto por la madre tierra –la Pachamama en la mitología inca- y la pasión por la agricultura. Más tarde ella cursó estudios universitarios en Lima y visitó el departamento de Junín, donde conoció el cultivo de la maca, que crece sólo en los Andes centrales, a más de 4.000 metros de altura.
Así, fundó Farinka Organics, empresa que hoy es sostén de 32 familias que cultivan, con especial cuidado por el medio ambiente, este verdadero súper alimento, foco de atención actualmente en muchos países del mundo por sus excepcionales cualidades nutritivas.
El Premio Líderes de la Ruralidad es un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Haydée Anccasi, la mujer que se fortaleció con la adversidad
"Soy una mujer andina, peruana, nacida entre las montañas y las quebradas del departamento de Huancavelica. Vengo de una familia campesina numerosa y humilde. Mi lengua originaria es el quechua y crecí en contacto con la madre tierra, el agua, el viento y los árboles, en armonía con la naturaleza. Mis padres y mis abuelos me enseñaron a trabajar en la agricultura y desde muy niña soy apasionada de nuestros granos andinos".
Quien cuenta con pasión su historia de vida es Haydée Anccasi. Hoy, después de haber recorrido un largo camino desde sus orígenes, esta mujer es la gerente general y cara visible del emprendimiento Farinka Organics, que se define como una empresa socialmente responsable, dedicada a la producción, transformación y comercialización de maca orgánica y sus derivados. Farinka está en el lugar de origen de este cultivo, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, en el departamento peruano de Junín.
La maca es una planta originaria del Perú con miles de años de historia. Alguien la bautizó como el "súper alimento", ya que desde la época de los incas fue muy valorada y se le asignaron distintos usos, desde promover la fertilidad hasta combatir el insomnio. Sin embargo, fue dejándose de lado y, en la década de 1980, su cultivo prácticamente desapareció.
Haydée conoció el potencial nutritivo y saludable de la maca durante un viaje a Junín y así fundó Farinka Organics, que hoy da trabajo a 32 familias agricultoras. Con este emprendimiento, Anccasi cumplió su sueño de darle valor y difusión a un cultivo ancestral que ya se comercializa en Lima, Cajamarca, Loreto, Ayacucho, Arequipa, Cusco y otras partes del Perú y ha despertado el interés de consumidores de distintos países. De hecho, en febrero de 2020 Haydée viajó a la ciudad de Nüremberg, en Alemania, para participar en una feria de alimentos y abrir nuevos mercados, aunque las conversaciones luego se demoraron por las dificultades que generó la pandemia de Covid-19.
Farinka Organics realiza todo el proceso, desde la siembra a la transformación con la que se obtiene el producto final de calidad que se comercializa en distintas presentaciones, de acuerdo al mercado de destino. La tarea se realiza íntegramente en Junín, con lo que Farinka genera trabajo en la agregación de valor y así cumple un rol social relevante.
"La maca es un producto de nuestro Perú profundo, con el que estamos revalorizando a nuestros ancestros. Lo sembramos y lo cuidamos durante nueve meses, como si fuera un embarazo, y luego secamos al sol el grano durante 100 días. Así la maca conserva sus nutrientes naturales. Yo estoy consumiendo hace 17 años la maca todos los días y gracias a ello no uso azúcar", dice Haydée.
Cuando ella habla de las propiedades de la maca, el entusiasmo le brota por los poros: "Es un producto de alta calidad –dice- que ayuda a nuestro sistema inmunológico. Te da inteligencia y energía porque tiene magnesio, zinc y selenio. Solo crece en el Perú, por lo que es como nuestra bandera. Puedes tomarla como una vitamina. Con la maca duermes profundamente y a la mañana siguiente te despiertas feliz".
Un largo camino de regreso a casa
Haydée es la tercera de once hermanos y se crió en una comunidad campesina. Su padre, al que de niña contemplaba cantando en quechua y haciéndole ofrendas a la Pachamama, que en la mitología inca es la madre tierra, ejerció una fuerte influencia sobre ella, en una infancia llena de carencias.
"Descalza, yo llevaba a pastar a las llamas y las alpacas en la puna, junto a mis hermanos, con temperaturas bajo cero. Cocinábamos a leña y mi padre se levantaba a las 3 de la mañana sin usar reloj, guiándose con la luz de la luna, para trabajar en el campo, donde hacía un gran esfuerzo. Nuestra educación era muy difícil porque no contábamos con libros y muchas veces apenas teníamos para comer un poquito de habas y cebada. Yo desde chica soñaba visitar Lima y otros países, pero eso parecía inalcanzable. Esas dificultades me hicieron más fuerte", dice ella.
Haydée estudió en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta, en Lima. Allí, en la capital, conoció a su esposo, quien asistía a la Universidad de San Marcos. Luego ella volvió a Huancavelica, donde no obtuvo una plaza para enseñar y se dedicaba a vender quinoa y otros cultivos nativos en los mercados y en las calles. A la maca, a su cultura y a sus bondades las conoció durante un viaje a Junín, lugar de origen de su esposo, con quien hoy tienen dos hijas. Sus suegros cultivaban la maca, le transmitieron sus secretos y ella decidió llevarse semillas para sembrar en Huancavelica.
Fue la muerte de su padre lo que marcó un antes y un después en la vida de Haydée, quien finalmente decidió involucrarse con la maca con "alma, corazón y vida", como dice ella, parafraseando al célebre vals peruano.
"Farinka –rememora- se gestó en honor y memoria de mi amado padre, Felix Anccasi Ramírez, como un legado de amor y sacrificio que él nos dejó. Cuando él murió, debido a un cáncer de pulmón, lo lloré en las montañas. Yo estaba cansada de vender a granel los cultivos sin procesar, y un día lo vi en un sueño y me dijo que hiciera un negocio nuevo, para darle trabajo a la gente de la comunidad. Así nació la empresa que lleva por nombre la unión de sus iniciales, F.A.R., con la palabra inka, porque él era como un inca".
"La maca peruana es energía, es salud y tiene un gran potencial para ser consumida en todo el mundo –finaliza Haydée- porque conecta a las personas con la tierra".