(Agraria.pe) Llegar al primer lugar como mayor exportador de arándanos del mundo ha sido una recompensa para la agroindustria peruana, y también es un punto que abre la puerta a un nuevo nivel de desafíos en los mercados, tanto desde el punto de vista productivo como de negocios.
Claudio Yáñez, ingeniero agrícola, especialista en calidad y poscosecha de arándano, tiene una trayectoria de décadas recorriendo los campos de berries en su natal Chile y ahora también en Perú, y encuentra puntos de contacto, así como una variedad de retos.
“La fruta peruana y la chilena deben viajar mucho tiempo, los mercados están a largas distancias, lo que nos obliga a ser rigurosos en el manejo y segregación de la fruta, las herramientas de pocosecha, cadena de frío y la consolidación de los despachos, que es el último punto en que nosotros como empresas tenemos el control sobre la cadena productiva para llegar con las características físicas y organolépticas necesarias”, comenta.
A lo largo de la cadena del arándano, detalla, un punto crucial es la cosecha, que debe darse en el tiempo correcto, así como la segregación, para saber a qué mercado enviar cada fruta. A esto se suma la gestión en la planta empacadora con los manejos de sanitización y frío, hasta las líneas de embalaje, el uso de fungicidas, definiciones de atmósferas modificadas y controladas, entre otros.
Sin embargo, hay aspectos que pueden esapar a la gestión del exportaor, como las complicaciones en el traslado, como sucedió especialmente el año pasado con las navieras, que tuvieran grandes demoras y hubo tramos que de 24 días se empezaron a hacer en 40 días, lo que fue en detrimento de la fruta.
Una capa más de complejidad no manejable se agrega en destino, cuando el producto finalmente se entrega, y donde a veces no se da el manejo adecuado de factores como la cadena de frío. En Europa y Estados Unidos esto está bien controlado, pero en otros lugares no es así. “En el Lejano Oriente, a veces al llegar el contenedor es desenchufado, se baja la fruta, se vende y lo que no se vuelve al contenedor perdiendo la cadena de frío”, relata.
Caludio Yáñez considera que Perú cuenta actualmente con una industria del arándano “madura y audaz”, que se ha apoyado mucho en la experiencia previa de su vecino productor del sur. “Perú ha recogido mucho de la experiencia de Chile, lo bueno, y descartado lo malo; y lo que es mejor, lo bueno lo han mejorado”.
Como parte de esa mejora, apunta al tercer recambio varietal que ya experimenta la industria arandanera peruana, dejando atrás a Biloxi y Ventura por nueva genética que quiere acercarse a la producción de un fruto más a la medida de lo que el consumidor quiere en cuanto a calibre, sabor y bloom.
En esa vía, añade, deberá planificarse el futuro tanto inmediato como de mediano plazo, ya que este año los trastornos climáticos pueden demorar la cosecha en algunas regiones del norte y acumular las existencias con otras zonas en una ventana próxima muy apretada. Y también definir los pasos hacia la meta de llegar a las 500 mil toneladas exportadas, con una proyección de cerca de 350 mil toneladas ya el próximo año, lo que reclama un cuidadoso armado de planes de mercado y manejo poscosecha para un fruto que tendrá que soportar mucho más tiempo para comercializarse.
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