El Museo de Antropología y Agricultura Precolombina de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) muestra a sus visitantes las técnicas y usos agrarios de los primeros habitantes del Perú.
Por: Francis Cruz
Agraria.pe.- El gabinete de acopio o almacén, del Museo de Antropología y Agricultura Precolombina de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) guarda, entre sus muros, pilas y pilas de pequeñas cajas ordenadas en estanterías. Todas tienen escrito en sus lomos números y letras que indican la edad y el lugar de procedencia de las piezas; la encargada de preservarlas es Gloria Villareal, quien explica pacientemente: es un sistema desde el norte 6A, 7B, 10, 11, hasta el sur. P es pottery (cerámica) 14 es Paracas.
Todas son piezas únicas y son mimadas por el equipo del museo, que soplan el polvo de su superficie mientras explican el tiempo que llevan buscando financiamiento para evitar que la humedad de Lima desintegre los tejidos y maderas que ellos han envuelto casi artesanalmente, entre plásticos y cartones.
Tratamos de preservarlas de forma muy natural, sacándolas y aireándolas a menudo. Pero requerimos de capital para poder preservar estos objetos, necesitaríamos al menos unas vitrinas, solicitó Villareal.
El actual director del museo, José Carlos Vilcapoma, muestra orgulloso el retrato de Frederic Ángel, arqueólogo e investigador francés que fundó el museo en 1969, y que desde su llegada al Perú y su fallecimiento en 2002, no cesó en su empeño de financiar las pruebas de radiocarbono para acercarnos la historia olvidada de los antepasados en nuestras costas.
El museo guarda una amplia colección desde los primeros animales prehistóricos, los orígenes del hombre y la agricultura, hasta la edad de oro del imperio Inca. De las estanterías asoman, como esperando ser mostradas, cerámicas, maderas, tejidos, moldes de juguetes, ídolos, líticos.
Tras pasar el largo pasillo donde los estudiantes americanos, especialistas franceses -y alguna que otra autoridad como el director del Museo de Antropología de Bonn (Alemania) - realizan sus investigaciones, analizan cuerpos, miran con lupa y hacen anotaciones, llegamos a la Sala de Exposiciones, donde Vilcapoma y Villlareal señalan los restos que el arqueólogo Frederic Ángel y su equipo encontraron al sur de Lima, en La Paloma, Chilca y San Bartolo.
Muestran los cuerpos de los habitantes más antiguos de Latinoamérica, cazadores y recolectores preagrícolas de 10 mil años de antigüedad encontrados en Huarochirí, zona alta de Chilca, a 4 mil metros de altura. Después, mucho más tarde, hace 7 mil años, los primeros recolectores de mar y de loma, que vivieron de la caza y la pesca y de frutos o tubérculos comestibles.
Y llegó la agricultura
Más bien la agricultura inicial o incipiente, corrigió Villareal, 5 mil años antes del presente se descubre la horticultura. El Dr. Ángel y su equipo encuentra esto en Chilca y permitió encontrar el enlace entre esta época de recolección, de investigación, de adecuación, a la época del establecimiento.
Es curioso comprobar cómo, al pasar de vitrina a vitrina, los instrumentos musicales pasan de pito a flauta, los anzuelos de hueso se van limando, los textiles se perfeccionan y llenan de pequeñas conchas y surgen los peines, los juguetes, los alfileres, los picos y las palas para labrar la tierra.
Y más tarde, algo así como 1500 años más tarde, llega la época de la agricultura desarrollada con algodón y llega el perfeccionamiento en los textiles. El arqueólogo francés, que se dedicó a buscar entre la tierra y descubrió El Paraíso en el valle del Chillón (cuidad ubicada a 15 Km. del aeropuerto de Lima) dijo desde la distancia: el hombre peruano ha tenido tanta sabiduría que primero ha ido coleccionando las semillas, separándolas y luego ha ido trabajando el material.
Entonces Villareal, de nuevo con esa sonrisa que ya conocía en sus labios, arqueó una ceja y dijo, los limeños no sabemos lo que tenemos. La gente desconoce el pasado que hemos tenido y la riqueza de nuestro pueblo.
El período Regional Lima Temprano, ya cuenta con picos, palas, hachas, con la que el hombre recolectaba y cultivaba sus alimentos. Es, también, la época en la que empiezan las construcciones y se mejoran los elementos para pesca, como los pesos y los anzuelos. También comienzan a perfeccionar los artefactos para la guerra y aparecen las porras estrelladas.
Asimismo, desde varios ángulos de la sala observa la cabeza bífida, el gran símbolo de esta etapa y que, como explicó Villareal, muestra la alegría y la tristeza, la noche y el día; la dualidad de este antepasado se imprime en las vasijas, en los adornos, y hasta en un gigante tambor ceremonial como un ying-yang con raíces propias.
Con los Incas llegó el fin
Y después vino el Sol en todo y la influencia Chavín trajo el jaguar, la serpiente y el cóndor. Se desarrolla la metalurgia, la industria textil y los elementos de uso doméstico: tupis, amuletos de espóndilus, chullos, ojotas, instrumentos musicales únicos, herramientas nuevas.
Según Villareal, hay canales de riego y acueductos que podríamos usar hoy día para la irrigación. Con el tiempo la modernidad nos hizo distanciarnos de nuestra identidad.
Después de esta etapa vino Pizarro y aquí el museo se queda sin vitrinas que mostrar. Ya conocen el resto.
Villareal sonríe, esta vez con orgullo, y relata una historia, la madre de Michelle Bachelet fue una importante arqueóloga. Cuando Michelle toma el poder en Chile reunió a un grupo de investigadores y les dijo: solo quiero que descubran en Chile una mínima parte de lo que tiene el Perú.
El museo no tiene financiamiento, Vilcapoma hace lo que puede con congresos y contactos, la UNALM no cede ni una computadora, sus visitantes son básicamente estudiantes universitarios e investigadores. Al salir con el aroma del tiempo y los antepasados colgado en la camisa, pienso que es injusto que la gente desconozca todo esto, todo lo que el pasado les brinda.