Por: Carlos Pomareda y Lily Chauca
(Agraria.pe) Estudiar, debatir, opinar y escribir sobre cuyes en el Perú no solo es limitarse a los aspectos tecnológicos, logros en productividad y expansión del consumo, dimensiones que han avanzado en forma acelerada. Es importante resaltar que, liderando estos cambios, hay varios grupos de personas que han interactuado en la investigación, desarrollo de material genético, alimentación, manejo reproductivo de los cuyes y en el manejo de los negocios. Hay muchas publicaciones y videos que dan cuenta de lo hecho y lo logrado; pero menos trabajos abordan la dimensión social-empresarial; y en particular el aporte de las mujeres.
Un breve comentario sobre los aspectos técnicos que han sido el motor de este cambio: Es oportuno iniciar con el reconocimiento a la alta relevancia de estar utilizado reproductores de alta calidad para mejorar la productividad; acompañada por mejor nutrición; sanidad y manejo reproductivo adecuado; higiene en el sacrificio de los animales; transporte refrigerado de la carne; formas de preparación; presentación del producto y educación del consumidor. Sin dichos avances no tendríamos logros para mostrar.
De acuerdo con datos del 2022, el Perú tiene 23.2 millones de cuyes y más de 800 mil unidades agropecuarias que reportan la cría de cuyes. En una publicación reciente del MIDAGRI (2023) se destaca que la mayor parte de las unidades productivas son de 10 a 50 animales (crianzas familiares /mujer); y que el mayor volumen en el mercado informal y formal, lo aportan las unidades mayores de cincuenta animales (crianzas familiar-comercial /familia), especialmente las de más de mil animales (crianzas comerciales /empresa). Esto evidencia que hay un mercado importante y creciente para la carne de cuy.
Sin perjuicio de reconocer avances tecnológicos y de conquista de mercado, aquí nos vamos a referir a una dimensión poco analizada y menos comentada; y tiene que ver con el empoderamiento de la mujer campesina, especialmente en la Sierra, pasando de tener unos cuysitos en la cocina de su casa, a ser empresaria y dirigente con gran responsabilidad social. Como resultado, la crianza y comercialización de cuyes paso de ser una actividad doméstica a productiva-empresarial; que contribuye a la seguridad alimentaria y a la generación de empleo e ingresos para la familia.
Dos datos estadísticos son un buen punto de partida para relevar el papel de la mujer: Como se refirió antes, se estima que en el Perú 800,000 unidades productivas tienen la crianza de cuyes, siendo la mayoría manejadas por mujeres. Y también, se estima que, en la agricultura, alrededor de 900,000 unidades productivas (de los 2.2 millones) son conducidas por mujeres, el 45 por ciento. Si nos guiásemos por estas dos referencias, es obviamente clara la importancia de las mujeres campesinas en la agricultura y en particular en la crianza de cuyes.
Mas allá de estos números, la evidencia y los testimonios revelan un importante proceso de empoderamiento de la mujer en la conducción de negocios sustentados en la crianza de cuyes y la comercialización de su carne. En una publicación del MIDAGRI (2020) se destacó que los logros tecnológicos han contribuido a generar fuentes de trabajo en el sector rural, además de un incremento de un 84% en la participación de la mujer como líder en el proceso de la cadena productiva…pues si bien, el trabajo de crianza de cuyes era visto como una actividad solo de mujer, en la actualidad es de familia rural.
Los testimonios abundan… Una muestra tomada de los miles de casos, resume los logros de las mujeres… Mujeres campesinas de la Microcuenca del Guineamayo en el Distrito de Socota, Cutervo, Cajamarca, organizadas en una Asociación de Productoras y Comercializadoras de Cuyes; han mejorado la gestión social, productiva y económica de la crianza de cuyes, lo que les ha permitido su inserción competitiva en el mercado local y regional y su participación activa, además de mejorar su economía y la calidad de vida de sus familias.
Además de los logros de organizaciones, hay abundantes testimonios de mujeres, como el de Reyna Fernández Martínez, líder y tesorera de la Asociación antes referida, quien comenta: Desde que empecé a criar de manera técnica puedo vender de manera frecuente y cada vez más mis cuyes. Con esto, puedo aportar dinero a mi familia y eso me hace sentir bien, ya que tranquilamente puedo disponer de dinero para lo que me hace falta y hace que mi marido valore más mi trabajo. Ahora él voluntariamente decide apoyarme en lo que estoy haciendo, me anima a seguir adelante”. Y el de María Catalina Tarrillo Medina en el Caserío Chororco. en Chota quien atestigua los evidentes beneficios del cambio: Antes de utilizar cuyes mejorados vendía mis cuyes al mercado de Chota, cada 3 meses y a veces en mi propio galpón. Cada mes a mes y medio vendía 15 cuyes, el precio que me pagaban era S/.10 y S/.12. Mejorando mi crianza actualmente con 150 madres, puedo producir más o menos 20 cuyes por semana y los puedo vender a S/. 20 y S/.21 soles. Con esta producción siento que puedo disponer como 900 soles por mes.
Respaldar el proceso de innovación requiere, entre otras acciones: Reconocer el cuy como un activo nacional; pensar en que es un animal pequeño y que merece tanta o más atención que se le da al ganado mayor; que abunda y que debemos reconocer el gran volumen de carne altamente nutritiva que aporta; y el potencial para expandir su consumo per cápita. En forma complementaria es preciso comprender mucho mejor el vínculo social-empresarial en la crianza de cuyes y la comercialización de su carne.
La carne de cuy peruano merece una denominación de origen como la de cientos de productos alimentarios en el mundo, los cuales son en su mayor parte de empresas locales que surgieron como iniciativas familiares. Así, en la exportación (actualmente de solo 12 a 13 toneladas por año) no sería un producto genérico como hasta ahora, sino destinado a mercados elite. Respecto al importante papel de la mujer campesina en dichas iniciativas, es fundamental reconocer las cifras citadas en párrafos previos; no para guardarlas en un archivo estadístico; sino para aprovechar esta gran capacidad productiva y apoyar la microempresa familiar y la comercialización colectiva de carne de cuy, con identidad territorial y sello de certificación social (empresas manejadas por mujeres) y ambiental.
En este último sentido, es fundamental nutrirse de las experiencias de organizaciones locales de mujeres campesinas; y especialmente, su empuje empresarial y valorar sus logros en el mercado. Esto será de gran utilidad para reorientar el trabajo del Estado y sus entidades centrales (especialmente el MIDAGRI y sus proyectos y PRODUCE) y el de los gobiernos regionales y locales con programas más innovadores sobre los mercados.
El 2013 el MIDAGRI, declaró al segundo viernes del mes de octubre de cada año como el Día Nacional del Cuy. En realidad, lo que procede es declarar un día especial; el de las mujeres emprendedoras que han situado la cultura del cuy en la agenda nacional.