Por Juan D. Jiménez Pastor, Lic. en Administración, Gerente General Ganadería D.J. SAC
(Agraria.pe) La coyuntura actual generada por el coronavirus ha revelado una vez más las deficiencias en nuestro sistema alimentario en especial en el sector pecuario, el cual junto con el agro, siempre han sido actividades subestimadas y poco valoradas cuando se merecen todo el respeto y reconocimiento ya que representan el primer eslabón en la cadena de producción de alimentos en nuestro país y en cualquier parte del mundo.
En todos los mercados hemos visto un incremento en los precios de algunos productos, especialmente de la carne de res, sin embargo, nos preguntamos si ese incremento refleja una situación real de desabastecimiento del producto o es parte de la especulación en el precio ante una escasez auténtica de animales vivos en el campo. Lo cierto es que a diferencia de otros productos de competente producción, excelente oferta y buenos canales de distribución como las aves y los cerdos, cuya obtención se da en menos tiempo y se concentra en la costa, la carne de res se produce entre 2 a 3 años y necesariamente el tránsito se da entre costa, sierra y selva. Esto entre otros factores, explica por qué ante esta situación crítica, la carne de res es tan valorada.
Situación global
La ONU anuncia una escasez global de alimentos entre abril y junio del 2020 a medida que se intensifican los bloqueos en la cadena de suministros de varios países, muchos de ellos restringiendo las exportaciones para evitar la escasez interna de alimentos. Las interrupciones en el transporte y la logística de varios productos como piensos, abonos, semillas e insumos que utiliza el sector en general, agravan aún más la situación, hay que tener también en cuenta la escasez de mano de obra ya que esta no puede desplazarse al campo.
La Unión Europea depende de varios trabajadores temporales (extranjeros) para plantar y cosechar productos en verano, de igual forma, el sector pecuario demanda mano de obra de bajo costo la cual proviene de países de Europa del Este. Al cerrar las fronteras por la cuarentena mundial es evidente que la producción actual se ve afectada por la ausencia de personal calificado; de igual forma, en Estados Unidos los trabajadores agrícolas inmigrantes de Centro América y México no pueden cruzar las fronteras ante la obstaculización a la libre circulación. Por el contrario, y con otros problemas y requerimientos, China en los últimos años se ha vuelto un importador masivo de carne de Sudamérica, Europa y Estados Unidos, especialmente después de la peste porcina durante el 2018, la cual mermó su producción interna, con lo que sus volúmenes de compra al extranjero se incrementaron considerablemente, independientemente de la necesidad de satisfacer la cantidad de proteína animal y las deficiencias de alimentación de su población en general.
Ante esta situación nos preguntamos qué nos espera a nosotros los peruanos.
La problemática actual del sector pecuario bovino
El suministro de carne de res en general ya se ha complicado. Normalmente en la capital se trabaja con 2 calidades, el ganado de pastizal y el ganado de engorde en establo. Los ganaderos que engordan en establo (proceso de producción que dura alrededor de 3 meses entre la compra, engorde con alimento balanceado y el beneficio del ganado) reponen mercadería de ferias que se realizan en el interior del país como se daban todos los fines de semana en Huancayo, Ayacucho y Cajamarca solo por citar algunas ciudades; sin embargo, dada las restricciones gubernamentales estas ferias no se están dando, de igual forma, el ganado de pastizal (o también llamado viajero) no está entrando a la capital por dichas restricciones. El ganado de la selva como por ejemplo del Codo de Pozuzo o de Oxapampa no está llegando, los pobladores locales cierran vías para que no entren ni salgan camiones por temor al contagio del virus, ya que si llega a su zona, probablemente mueran ante la falta de respiradores artificiales o atención médica adecuada. Igualmente, ferias en centros poblados y pequeñas comunidades con centros de acopio no pueden vender sus productos por el mismo temor al riesgo de contagio, por lo que no dejan entrar a gente extraña o compradores, esto también se agrava ante la falta de flete o en todo caso restricciones de la policía de tránsito a la carga pesada de ganado ya que exigen documentos como el pase de SENASA, trámite administrativo que la mayoría no puede realizar por falta de movilidad.
Ante esto, consideramos que las dificultades se mantendrán dependiendo de si se extienden o no las restricciones. Los proveedores habituales de ganado de engorde ya tienen los corrales vacíos o por acabarse sin reposición, lo que para ellos es dejar de trabajar por lo menos hasta que repongan su stock, esa diferencia en el tiempo es dejar de laborar, por lo que es lógico, independientemente de la ley de la oferta y la demanda, subir su precio más de lo habitual.
Este incremento de precio se explica por los siguientes motivos:
Fractura en la cadena de producción y abastecimiento
Todo lo expuesto y explicado anteriormente tiene ciertas consecuencias en el corto y mediano plazo:
Entonces, en el escenario más pesimista es que en unos 3 o 4 meses se sentirá el quebrantamiento de la cadena de producción, las empresas grandes podrán subir su precio ante la falta de animales vivos para el beneficio y se monopolizará la cadena de suministro.
Medidas cortoplacistas vs. Problemas estructurales
Las medidas tomadas por el MINAGRI como la reestructuración del fondo AgroPerú para acelerar créditos a pequeños productores es insuficiente y cortoplacista. El enfoque primordial y de fondo es eliminar las largas cadenas de intermediarios que, entre otras causas, han generado efectos alcistas en el precio al consumidor final. Se sabe que, desde el pequeño productor o campesino con su ganado hasta la mesa, el ganado por lo menos ha pasado por 5 manos, de productor a acopiador vendedor en feria, de vendedor en feria a vendedor en la capital, de vendedor en la capital a ganadero de establo, de ganadero de establo a comisionista en el camal, de comisionista en camal a carnicero y finalmente de carnicero a consumidor final. Esto refleja problemas de fondo como falta de infraestructura vial, formalización, impuestos incoherentes, entre otros que a largo plazo siguen mermando el tejido agrícola y ganadero nacional.
Lamentablemente las medidas que buscaban proteger a los vendedores y compradores en el sector pecuario han perjudicado sustancialmente la economía de los más vulnerables (los productores del campo), cerrando su única fuente de ingresos (los centros de acopio y ferias). Si tan solo el gobierno se hubiese organizado adecuadamente y se hubiese seguido e implantado protocolos de seguridad en el campo ante el riesgo de contagio, no tendríamos que impulsar la producción con más crédito.
El estado invierte poco o nada del presupuesto público en agricultura y ganadería, y más de la mitad de este porcentaje se va en gastos corrientes como pago de planillas a trabajadores del estado. A diferencia de otras industrias, el ganado vivo no paga IGV, sin embargo paga Impuesto a la Renta, y si este es vendido en carne como finalmente termina, sí paga IGV e incluso está en el sistema de pago de detracciones, siendo uno de los productos con más trabas fiscales. Los pequeños productores del campo tienen que pagar el 5% mediante una liquidación de venta (para ser formales) si es que no cuentan con RUC o en todo caso una liquidación de compra por parte del comprador para formalizar la transacción. ¿Es razonable cobrarle un 5% de la venta a un campesino o agricultor que vende su ganado en la sierra? Fuera de eso, no existe como en otros países un sistema tributario y laboral para el sector agropecuario que impulse el sector y que priorice el abastecimiento de alimentos en el país. ¿Por qué la gran industria de la agroexportación sí tiene sistemas tributarios y laborales diferenciados que han impulsado su desarrollo y el sector agropecuario interno no? Un país es fuerte y económicamente sustentable en la medida que garantice su industrialización y en mayor medida su seguridad alimentaria, colocando al sector agropecuario como uno de los mayores pilares en el desarrollo nacional.
Soberanía Alimentaria y conclusiones
Se debe garantizar la soberanía alimentaria, es momento de fortalecer y respetar el trabajo de nuestros productores, empezando por el primer eslabón en que están agrupados ganaderos, agricultores, campesinos, criadores, pequeñas y medianas empresas que son la verdadera columna vertebral de la economía nacional.
Se debe buscar la autonomía de la producción pecuaria nacional y su democratización, fortaleciendo y diversificando el apoyo a la actividad, es esencial el apoyo a nuestras granjas, establos y cultivos, mantenerlas en pie para nuestra supervivencia como nación.
La protección en esta situación de crisis debe estar asegurada no solamente mediante decretos de urgencia o medidas cortoplacistas, sino tocando los temas de fondo, promulgando o modificando leyes que dinamicen el sector en temas tributarios, laborales y administrativos que, en vez de restringir su crecimiento, impulsen y formalicen la ganadería y agricultura. Asimismo, se debe garantizar una infraestructura vial adecuada para la eficiente distribución de los productos agropecuarios a las grandes ciudades, asegurando un justiprecio al productor y no a los intermediarios necesariamente.
El trabajo de nuestros productores debe ser reconocido como una línea fundamental en la contención del virus al que nos enfrentamos.
Como nación tenemos las tierras y el espacio suficiente para pasar de tener una agricultura y ganadería deficitaria a una superavitaria, es decir, ante la demanda mundial de alimentos podemos empezar a pensar en exportar no solo espárragos o arándanos, sino carne, por ejemplo. Sin embargo, esto no es posible si no garantizamos primero el consumo y la soberanía alimentaria nacional.
Por el momento la situación es sombría y no sabemos qué nos pasará en el futuro, lo único que sí es cierto y real es que nos espera el fin si nuestro sistema alimentario colapsa o se llega a romper. Lamentablemente, de manera individual o asociativa no podemos hacer mucho si siguen los problemas estructurales; el Estado en estos momentos tiene la obligación de organizar e impulsar el sector por el bien de sus ciudadanos.
Actualmente podemos observar una peregrinación interna o un éxodo de compatriotas volviendo a sus pueblos natales, muchos de ellos trabajan en chacras en los valles costeros, solo por citar algunos como los valles de Huaura, Huaral, Chancay y Santa María en el Norte Chico de Lima; ellos al haber perdido sus trabajos temporales debido a esta crisis, han dejado de producir la tierra por lo que en unos meses probablemente, algunos productos sustanciales para el ganado vacuno como la chala, panca y coronta serán insuficientes para abastecer la demanda interna incrementando el precio del producto final.
Definitivamente, una vez que comience a entrar el ganado de pastizal tal vez se regularicen los precios en la carne de res, sin embargo, ante la ausencia de ganado de engorde, la baja en el precio va a ser mínima. Este vacío representa una rajadura en nuestro sector, al igual que otros relacionados a la actividad agropecuaria, por lo que si respondemos la pregunta planteada inicialmente en el presente artículo, indiscutiblemente no estamos y nunca estuvimos preparados para afrontar esta pandemia y lamentablemente la cadena de producción pecuaria se ha fracturado.
Veremos las consecuencias más adelante.