(Agraria.pe) La industria peruana de banano orgánico se diferencia de las demás por una producción sostenida durante las 52 semanas del año, ya que no está sujeta a una estacionalidad como otros cultivos. Este 2020, su labor ha enfrentado diversos obstáculos, con alguno de ellos que aún provocan incertidumbre entre los productores.
Diego Balarezo, gerente del Clúster de Banano Orgánico del Perú, comentó que este año se han registrado en el sector dos golpes importantes. El primero de ellos fue la pandemia de Covid-19, que implicó un incremento de costos por la necesaria implementación de procesos de compra de insumos como alcohol en gel y gastos de transporte con más unidades para la misma cantidad de trabajadores en pos del distanciamiento social.
“En cuanto a funcionamiento, la cadena no paró más que la primera semana de cuarentena, donde vimos qué hacemos, implementamos las medidas y seguimos trabajando […] No podíamos darnos el lujo de parar”, sostuvo. Agregó que fuera del tema de costos, la emergencia sanitaria fue manejada bastante bien pues los trabajadores se manejan en un sector donde están implementadas normas y certificaciones de inocuidad y protección como Global GAP.
El segundo golpe es un evento aún en desarrollo como la incertidumbre acerca del régimen legal que desarrollará el Congreso de la República para el sector agroexportador. En este aspecto, Balarezo tiene claro que el planteamiento original que trabajó el Legislativo de una remuneración básica de 58 o 59 soles, ponía a los productores en jaque.
“Probablemente en varias asociaciones de pequeños productores tendrían que cerrar si eso se mantiene. Es un golpe fuerte a la cadena pasar de 39 soles a 59 soles; es bastante duro a nivel de costos. Estamos en un jaque que no sabemos si se solucionará con diálogo y si se llega a un acuerdo en un punto medio”.
Panorama futuro
Más allá de la coyuntura, el Clúster de Banano Orgánico sigue trabajando en Piura para alcanzar al 40% del total de productores de dicha región gracias al apoyo de la ONG Solidaridad, enfocada en el desarrollo de cadenas de valor sostenibles, y con el respaldo económico de Innóvate Perú, programa del Ministerio de la Producción, que aportó S/ 1.300.000.
En una fase inicial, las actividades estuvieron enfocadas en desarrollar las estructuras de la organización con talleres y reuniones diversas, con la idea de crear la institucionalidad que le permita perdurar con financiamiento propio más allá de los dos años en que está proyectada la iniciativa con asistencia.
El trabajo del clúster se sostiene sobre tres ejes: económico, social y ambiental, con los que busca obtener un precio de mercado justo sin descuidar el bienestar de los productores ni del ambiente. En total, actualmente participan de esta cadena de valor unas 80 mil personas, de forma directa e indirecta.
El objetivo está puesto así en unos 9 mil productores que cuentan con casi la misma cantidad de hectáreas asociados en cooperativas que actualmente exportan de forma directa y trabajan a través de instancias como la Junta del Banano o la Mesa Técnica sobre manejo en campo. “Necesitábamos un espacio más amplio para incorporar a todos los actores, sean universidades, asociaciones, proveedores, instituciones del Estado. De ahí nace la idea de formar el clúster”, reseña Balarezo.
Dentro de los objetivos que se han propuesto destacan el cierre de brechas tecnológicas, el incremento de competitividad mediante la distinción con certificaciones de huella de carbono neutral, el fortalecimiento de la calidad y el mejor uso de semillas para conseguir que el factor de productividad se incremente en un 15% entre los socios (actualmente producen de 1200 a 1300 cajas de 18.14 kilos cada una al año).
Todo esto está contemplado en un plan de acción institucional que se traduce en programas (hay hasta 40 iniciativas) de fomento de la asociatividad y desarrollo de liderazgo para los gerentes y dirigentes, a lo que se suma la incorporación de conceptos como la economía circular que ya se trabaja, por ejemplo, en el reciclaje de fundas o bolsas que se utilizan en la industria para cubrir el banano con el fin de reutilizarlas en los esquineros que dan forma al pallet al momento de exportar o introducirlo al contenedor.
“Se plantea también la implementación de un sistema de monitoree la aplicación de biofermentos en banano orgánico, la sensibilización en prevención del Fusarium Raza 4 -hongo tropical letal y principal peligro de este cultivo a nivel mundial- y el mejoramiento de la calidad a través de la renovación de semillas”, complementó.