por Hernani Larrea Castro (1)
En nuestra intención de desarrollar el modelo de aprendizaje vivencial o experiential learning model entre nuestros estudiantes implementamos el proyecto “Rutas de Agronegocios”. Instituciones de gran prestigio como Harvard Business School utilizan este esquema en sus programas académicos. Nuestro objetivo principal es poner en contacto a los estudiantes con la realidad empresarial en el sector agroalimentario, una necesidad en un mundo de negocios globalizados.
En esta adaptación del modelo educativo organizamos una viaje de estudio, que combina visitas a las principales empresas del sector con componentes de ecoturismo y aspectos gastronómicos, herramientas importantes en los negocios de hoy. No es un simple study tour, la gira sirve de insumo para elaborar casos de estudio. El contacto con nuestra realidad les permite ser partícipes de experiencias que involucran temas de responsabilidad social y compromiso ambiental.
Así, cada localidad en nuestro país nos permite establecer una ruta asociada a un producto representativo y su cadena productiva. Sólo por citar algunas tenemos la trucha en Junín, la leche en Cajamarca, las uvas en Ica, el café en Villarrica, la quinua en Ayacucho así como la castaña en Puerto Maldonado. Pero no se trata de un sólo producto, con las truchas también se examinan alcachofas, cacao y productos lácteos por ejemplo, además de conocer la realidad socioeconómica de la región.
Esta no es una propuesta reciente. A mediados de los años ochenta David Kolb y otros investigadores propusieron esta metodología, novedosa para la época, basada en la experiencia como generador de aprendizajes. Para comprender la importancia de la quinua orgánica debemos visitar a los pobladores en las zonas de producción y constatar las dificultades que viven con uno de los cultivos más promisores en el mundo. La problemática de cada región nos sirve de motivación en los aprendizajes.
La visita nos permite constatar las dificultades que tenemos en temas de asociatividad, principalmente el acceso al financiamiento y abastecimiento de insumos factores que influyen directamente en temas de productividad. Pero también nos permite comprobar que hoy en día en pleno siglo XXI aún persisten costumbres milenarias como el trueque entre los pobladores de las zonas altoandinas. Hoy en día hay que darle valor a la información. Aquí empieza la ruta.
El viaje nos sirve para constatar la labor de las instituciones del estado como el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) quienes con todas sus dificultades presupuestales sacan adelante investigaciones y protegen el mayor tesoro del Perú, su biodiversidad. Y es a partir de estas experiencias que podemos fomentar prácticas que privilegien la seguridad alimentaria como soporte en estrategias de competitividad. En la actualidad hay que impulsar la investigación. Escala obligatoria.
Otro punto a destacar es la relación que se establece con las empresas del sector en cada localidad. Son parte de nuestros stakeholders, los empresarios y futuros empleadores que están a la búsqueda de nuevos profesionales, de una propuesta académica diferente, comprometida con el desarrollo agroalimentario del país. Esta vinculación nos permite analizar cada estrategia de negocio. En este escenario hay que estimular la innovación. Estamos cerca de la meta.
Así es como identificamos que cada producto, proceso o mercado tiene una estrategia comercial diferente. En este sentido debemos agradecer a las empresas que tan gentilmente nos permiten el acceso a sus instalaciones. Experiencias enriquecedoras para un estudiante en formación que recibe el mensaje de rentabilidad pero con sostenibilidad. El empresario exitoso debe equilibrar los aspectos comerciales, sociales y ambientales. En estos momentos hay que saber utilizar una herramienta como la inteligencia comercial. Fin de nuestra ruta.
En estos momentos la propuesta del aprendizaje vivencial convierte al profesor en un consultor empresarial, transforma las evaluaciones en investigación y las ideas de negocio en proyectos empresariales. Además la calidad académica debe acreditarse y en tal sentido nuestro proyecto Trabajo de Campo evalúa y valora si las capacidades y herramientas de gestión se vienen implementando de manera adecuada para su correcto desempeño profesional.
Por último, recordemos que el crecimiento del sector ha generado una gran demanda de profesionales con un perfil diferente al que tiene acostumbrado el mercado laboral. Es parte del proceso de cambio que venimos experimentando y donde este modelo educativo busca formar profesionales más competentes, con las habilidades necesarias para enfrentar con éxito las demandas del mercado agroalimentario actual. Tarea ardua pero no inalcanzable.
(1) Director de la Carrera de Administración y Agronegocios, Facultad de Negocios, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), Lima – Perú.