Los reservorios se llenan con las abundantes aguas de lluvias. Sin embargo, mucha agua dulce – miles de millones de metros cúbicos – se pierden en el mar. ¿Por qué no construimos reservorios – sobre todo en la Sierra – para guardar parte de las abundantes aguas de lluvias y disponer de ellas en los estiajes?
El clima en nuestro país es más o menos así: de enero a abril, siempre – desde toda la vida – llueve copiosamente y hace mucho calor. Los reservorios se llenan con las abundantes aguas de lluvias. Sin embargo, mucha agua dulce – miles de millones de metros cúbicos – se pierden en el mar. ¿Por qué no construimos reservorios – sobre todo en la Sierra – para guardar parte de las abundantes aguas de lluvias y disponer de ellas en los estiajes? ¡Vaya usted a saber!
En los veranos los ríos se desbordan. Muchos huaicos caen embalados y arrasan con todo lo que encuentran en su camino: piedras, palos, bicicletas, carros, camiones, viviendas, enseres, plantas, animales… y por supuesto, gente. ¿Por qué se permite que poblaciones enteras se asienten en cauces de huaicos? ¡Vaya usted a saber! El hecho es que, pasado el huaico, todo termina embarrado, destrozado, pestilente, plagado de zancudos y mosquitos. El temible Dengue reaparece, así como todo tipo de enfermedades de la piel, enfermedades diarreicas y demás. Después del huaico, todo es desolación y muerte. ¡Tragedia total!
De mayo a agosto, siempre – desde toda la vida – hace frío. Mucho frío. Sobre todo, en la Sierra. En ese período, cesan las lluvias. Los que tienen acceso a agua de reservorios pueden regar sus cultivos y abrevar su ganado. Pero el resto, la pasa mal. Muy mal. El frío intenso de la Sierra – sumado al estiaje – se vuelve invivible. Los pastos se secan. Los animales malnutridos se enferman. Incluso, algunos mueren de frío, hambre y sed. Miles de familias migran a la Costa o Selva en busca de trabajo, comida y buen clima. Todos los años – desde toda la vida – la tragedia de la helada en la Sierra ocurre en agosto. ¿Por qué no se construyen viviendas abrigadas que mantengan una temperatura confortable para sus moradores? ¡Vaya usted a saber!
De setiembre a diciembre, se exacerba la desesperación por el agua. Seis o siete meses de estiaje, es una eternidad para cualquier cultivo o crianza. En esa temporada aparecen las primeras lluvias, pero – claramente – son insuficientes. Sobre todo, para los campesinos que no tienen acceso a agua de reservorios, los cuales – dicho sea de paso – son la mayoría. Por ello, todos los años – desde toda la vida – en noviembre o diciembre, el Gobierno declara al agro en emergencia… ¡por sequía!
Lo anecdótico es que pocos días después de las declaratorias de emergencia por sequía, sobrevienen los diluvios. Como ahora. Y así, el ciclo climático peruano transcurre, todos los años – desde toda la vida – entre huaicos, heladas y sequías… indefinidamente, hasta nunca acabar.
Entonces, vuelvo a preguntar: ¿Por qué no hemos construido reservorios, ni sembrado bosques en la Sierra, para evitar huaicos e inundaciones, y para tener agua todo el año? ¿Por qué hemos depredado la vegetación ribereña – para fabricar esteras – dejando desguarnecidos a nuestros ríos? ¿Por qué no hemos construido – masivamente – viviendas populares dignas, bien ubicadas, a prueba de huaicos e inundaciones, antisísmicas, y a prueba del frío intenso de la Sierra?
¿No será que el Estado ha fallado estrepitosamente, en materia de gestión de riesgos de la naturaleza? Y si a ello le sumamos los pésimos servicios públicos. Me refiero a los servicios de salud, educación, seguridad, infraestructura, justicia y demás ¿no será que el Estado ha fallado estrepitosamente… en todo, o casi todo?
Pues, yo creo que sí. El Estado peruano – nuestro Estado – ha fallado estrepitosamente… en prácticamente todo. Entonces ¿alguien – en su sano juicio – cree que la situación va a mejorar, haciendo siempre lo mismo, sin cambiar nada en el Estado? Pues yo creo que no.
Para que la situación cambie y mejore – es decir, para que los peruanos tengamos buenos servicios públicos – tenemos que despolitizar el Estado y profesionalizarlo y adecentarlo.
Y eso se logra quitándole las competencias de salud y educación a los Gobiernos Regionales. Quitándole las competencias de agua potable, limpieza pública y vivienda a los Gobiernos Locales. Quitándole las competencias de infraestructura a los Organismos Públicos Descentralizados (OPD´s) que no sirven para nada. OPD´s como Provías Nacional y Provías Descentralizado del Ministerio de Transportes, Pronis del Ministerio de Salud, Pronied del Ministerio de Educación, Proinversión de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), Direcciones de Infraestructura de los Gobiernos Regionales y Locales, etc. Y en su reemplazo – previa disolución de las OPD´s antes mencionadas – hay que crear organismos autónomos especializados en cada una de las competencias estatales fallidas, con el concurso de los más calificados profesionales del país.
A ese respecto, Lampadia ha propuesto la creación de Autoridades Nacionales Autónomas (ANA´s) para cada servicio público fallido. Totalmente descentralizadas. Cero politiquería. Concursos públicos para la designación de todos sus funcionarios. Integridad y capacidad por encima de todo. Cero designaciones a dedo. Cero tarjetazos. Pura meritocracia. Gestión basada en objetivos claros y medibles. Evaluación por resultados. Eficiencia total.
No queda otra. El Estado peruano falló. Si no lo profesionalizamos, y autonomizamos, y adecentamos, seguiremos como estamos – indefinidamente – con pésimos servicios de agua, vivienda, salud, educación y seguridad. Con obras de infraestructura paupérrimas. Con funcionarios corruptos a diestra y siniestra. Con mediocridad a tope.
Y en materia climática, si seguimos tal cual, seguiremos tal cual. Hoy es el huaico, mañana será la helada, luego la sequía… hasta nunca acabar.
Fuente: Cívica