¡Cuán equivocados están aquellos seudo “especialistas” en hidrología – llenos de maestrías y doctorados, eso sí – que despotrican de las empresas agroexportadoras. “El consumo de agua para sus cultivos es insostenible” pregonan a los cuatro vientos, al más puro estilo de los agoreros de sequías medievales. Sus presentaciones en Power Point son espectaculares… valgan verdades. “¡El acuífero de Ica tiene apenas 5 años de vida!” advierten apocalípticamente en cada presentación. El problema – para ellos – es que hace 30 años vienen diciendo lo mismo, y las agroexportaciones iqueñas siguen creciendo, y el río Ica sigue botando mucha agua dulce al mar. Y lo mismo dicen de Chavimochic, Olmos, Piura y demás.
Mañosamente, el cacareo contra las empresas agroexportadores, siempre se propala en los estiajes… cuando no llueve. Y mejor aún, en octubre o noviembre de cada año – como ahora – cuando el estiaje está por terminar, y la angustia por el inicio de las lluvias está en su máxima expresión.
El hecho es que, luego de los anuncios agoreros, no solo no aparece la sequía, sino todo lo contrario. Todos los años, en todo el país, a partir de noviembre o diciembre, hasta marzo o abril, ocurren las temporadas de lluvias, y los ríos se cargan de bote a bote, incluso algunos se desbordan. Todos los noticieros periodísticos dan cuenta de lluvias torrenciales, daños por inundaciones, huaicos por doquier, carreteras interrumpidas… Todas, noticias que tienen que ver con agua… mucha agua. Mientras tanto, los agricultores brindamos por ello.
Y lo más lindo de todo. Cuando terminan las temporadas de lluvias, a partir de mayo de cada año, aparece la belleza indescriptible de las lagunas altoandinas, llenas de aguas azules, preciosas; la Sierra se cubre de verde intenso, pasturas frondosas, preciosas también; el ganado (llamas, alpacas, vicuñas, vacas, corderos, y demás) pastan sanos y bien alimentados, y las crías nacidas en primavera, maman y corretean vigorosas y felices. ¡Así es la magia del agua… qué belleza!
El problema – repito – se presenta en los estiajes… cuando deja de llover. Allí empieza el lloriqueo por la falta de agua. ¿Por qué, en vez de quejarnos, no guardamos, al menos una parte de las abundantes aguas de lluvias, para disponer de ellas en los estiajes? ¡Esa es la pregunta que nos debemos hacer! Bueno pues, a ese respecto, casi no estamos haciendo nada.
La fórmula para tener agua todo el año es harta conocida. Arriba, en la Sierra, donde más llueve, debemos construir muchos reservorios: pequeños, medianos, y grandes. La idea es guardar la mayor cantidad de aguas de lluvias posible, para luego disponer de ellas en los estiajes. ¡Así de simple!
También debemos reforestar y revegetar todas las cabezadas y quebradas de nuestras cuencas. La vegetación compuesta de bosques y pastizales se constituiría así en una gigantesca esponja natural, que retendría las aguas de lluvias, y evitaría la caída de huaicos y la erosión de nuestras quebradas. ¡Así de sencillo!
La agricultura de secano debe cederle el paso a la agricultura bajo riego. El riego en sí debe tecnificarse a todo nivel. Hay que instalar aspersores de agua en las planicies y quebradas altoandinas, y riego por goteo en las partes medias y bajas de nuestros valles estupendos. El riego tecnificado no sólo ahorra agua. También aumenta sustancialmente la productividad de los cultivos y crianzas. ¡Las empresas agrarias modernas pueden dar fe de ello!
Los acuíferos deben manejarse sosteniblemente. En efecto, el subsuelo sirve también para almacenar grandes cantidades de agua. En ese sentido, los acuíferos se rellenan naturalmente; a través flujos de aguas superficiales (ríos, acequias, surcos, etc.) y artificialmente; a través de procesos de infiltración inducida, tal como se está haciendo en Ica, con resultados muy favorables.
Pero el manejo eficiente del agua implica también acciones administrativas innovadoras, tales como tarifas diferenciadas, o lo que conoce como “tomas libres”. En épocas de abundancia, casi no se debe cobrar por el agua. Todas las compuertas deben abrirse para que el agua discurra libremente por todos los cauces y acequias.
En cambio, el agua regulada; aquella proveniente de reservorios y represas, debe cobrarse a tarifas que cubran los costos de inversión y distribución del agua. De esa forma, promovemos la infiltración de las aguas de avenida, para precisamente recargar al máximo los acuíferos, y hacer uso de las aguas subterráneas en los estiajes. Y todo ello, sin afectar las finanzas de las Juntas de Usuarios. ¡Puro sentido común!
¿Lograremos algún día tener agua todo el año? Mejor dicho ¿lograremos algún día construir reservorios y plantar bosques en la Sierra, para guardar parte de las abundantes aguas de lluvias, y disponer de ellas en los estiajes? Pareciera que no. Con autoridades tan corruptas e incompetentes, pareciera que jamás tendremos agua en los estiajes.