COLUMNA DE:
Sandro Barreto

Sandro Barreto

03 agosto 2015 | 09:57 am Por: Sandro Barreto

Los “selfies” ministeriales y el liderazgo en las organizaciones

Los “selfies” ministeriales y el liderazgo en las organizaciones
No cabe duda de que los “selfies” ministeriales del 28 de julio han suscitado una serie de comentarios y reflexiones de diverso calibre y profundidad en la ciudadanía, sin embargo una de las interpretaciones que mejor grafica las causas de este desatinado comportamiento, es la efectuada por el periodista Pedro Canelo en el primer párrafo del artículo titulado "El Ministerio del selfie", el mismo que transcribo literalmente: “Los selfies de los ministros del gobierno de Ollanta Humala han superado su simple condición de ingredientes para el anecdotario, porque son gestos que definen un trágico momento político para el país. Un sistema gubernamental sin mensaje definido, sin mapa de acción, sin liderazgo. El Perú está así de desorientado porque hasta el mismo Gabinete, con un celular en la mano, ha dejado a nuestro presidente en un poco elegante segundo plano”.

Criticar solamente la actitud de los irreverentes ministros es hacer un análisis parcial de los hechos, por tanto toca  también analizar qué fuerzas son las que actuaron en ellos para generar ese comportamiento. La idea es lograr una visión integral sin que con ello se pretenda eximir a los desenfadados ministros de su falta de respeto. Otro punto que hay que tener en cuenta es el entorno en que se da esta conducta, toda vez que ese “abre puertas” a palacio de gobierno fue un acto de inspiración fuera de todo protocolo, con lo cual el equipo ministerial se sintió libre de actuar como mejor le pareciera a cada uno; es decir de la manera más natural y desinhibida. Finalmente para nadie es un secreto que tenemos ministros que no manejan su sector y que se limitan a recibir directivas de Ollanta o de Nadine, con lo cual tenemos a unas marionetas ocupando esas carteras.  Todos estos elementos muestran claramente una falta de liderazgo de nuestro presidente y de buena parte de sus ministros.

Lo cierto es que cuando no hay liderazgo en una organización, el efecto nocivo se siente a lo largo y ancho de la misma,  y trasciende a todos sus ámbitos de influencia. Sea en el sector público o en el privado, la falta de liderazgo genera  que los empleados se nieguen a hacer el esfuerzo para alguien que no está en condiciones de administrar proyectos o Liderar personas. En consecuencia, se genera una baja productividad, se atiende mal al cliente, se descuidan los compromisos y obligaciones con los integrantes de cada grupo de interés y cada empleado ve la mejor forma de custodiar sus intereses personales, antes que velar por los intereses de la organización.

Los malos Directivos se justifican y reaccionan negativamente, en lugar de planificar para logara metas aunque el entorno se presente complicado o desfavorable. Ellos no tienen una visión e incluso cuando la tienen, no son capaces de comunicarla a su equipo. Los malos Líderes son desorganizados y fallan al ejecutar los planes que les llevarán a realizar su visión, llegando en ocasiones a victimizarse y a culpabilizar a otros por su falta de resultados. El déficit de Liderazgo está relacionado con la baja energía, la indecisión y la falta de rendición de cuentas. La mala gestión disminuye la moral de los empleados. La moral es la base de la motivación y esa motivación es un componente clave para la productividad y la mejora continua. La mala gestión de los Líderes es la raíz de casi todos los fracasos empresariales por ello es más rentable deponer a un mal Líder que mantenerlo en la nómina, tal cual lo hemos visto hacer en empresas de gran renombre en el mercado.

Finalmente, una de las características de un buen liderazgo es el autoconocimiento, que se traduce en la capacidad de entender las propias fortalezas, debilidades, valores y puntos de vista sobre el mundo. Para lograr este nivel es fundamental desarrollar el hábito diario de la reflexión y la autocrítica, de manera que podamos ver en nosotros mismos nuestras propias oportunidades de mejora, con la misma velocidad y nitidez con la que solemos identificarlas en los demás. Al conocerse uno mismo, se está en condiciones de tomar las medidas adecuadas para el crecimiento personal y alcanzar un liderazgo superior.  Si queremos crecer como líderes veamos en el selfie ministerial del 28 de julio, una oportunidad para desarrollar el autoconocimiento.

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