COLUMNA DE:
Sandro Barreto

Sandro Barreto

11 mayo 2015 | 09:34 am Por: Sandro Barreto

LIDERAZGO

LIDERAZGO
   
Se le atribuye a Plutarco la poderosa frase: “Un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo”. Esta sentencia se suele utilizar para diferenciar a un Líder de un jefe. El león es un animal de gran riqueza simbólica que detenta las cualidades de justicia y poderío. Está considerado como el rey de todos los animales y en todas las culturas occidentales se le suele asociar al Sol. Es un símbolo, por tanto, de la luz y de la sabiduría. En la vida real no faltará un león descabezado que ataque a un elefante o a una manada de búfalos, siendo el resultado más probable que el león salga maltrecho de esa experiencia. Como la naturaleza es sabia, el león aprenderá rápido de su error pues su instinto lo impulsará a conservar su vida.

La capacidad racional del ser humano, gracias a que posee neo corteza, parece no funcionar con la misma eficacia pues confundimos con frecuencia jerarquía y poder, con liderazgo y poder auténtico; lo cual nos lleva, desde esa perspectiva, a buscar primero la satisfacción de nuestros propios intereses, relegando los interés de aquellos a los que se supone debemos servir. Lo curioso es que nuestra racionalidad no nos dice que, tarde o temprano, saldremos mal parados, pues el placer que genera esa dinámica nos ciega. Esta anomalía está ampliamente esparcida en toda la sociedad; desde la familia al traicionar a la pareja, a los hijos, a los padres o a los hermanos;  hasta en las organizaciones públicas o privadas donde se le saca la vuelta al país o a la empresa.

El liderazgo se fundamenta en la autoridad moral, que no es otra cosa que valores, principios y fundamentos que se reflejan en nuestro diario accionar, permitiéndonos ser identificados como personas íntegras e impecables. Recordemos que el liderazgo es una oportunidad para servir; no para ser servido y menos para servirse. La Familia, como núcleo básico de la sociedad, es quien tiene la responsabilidad primaria de impartir valores a sus miembros a través del ejemplo práctico diario y no de la retórica o “jarabe de lengua” y las organizaciones, de las que formamos parte en el transcurso de nuestras vidas, tienen la responsabilidad de consolidar y/o acrecentar esos valores ; pero ocurre con frecuencia que alguien nos viene a buscar o nos llama por teléfono y le indicamos a nuestro hijo o a nuestro colaborador, que le diga a la persona que no estamos. Pasa poco tiempo y nuestro hijo o nuestro colaborador miente y nos preguntamos sorprendidos ¿por qué lo hace?, sin acordarnos que le dimos una lección ejemplar con nuestro propio comportamiento, pues sembramos una de las semillas del anti liderazgo: “vale mentir cuando te conviene”. Con los valores adecuados una persona puede desarrollarse cumpliendo las normas establecidas por la sociedad y lograr muchas metas dentro de un marco ético, moral y legal; por tanto es fácil deducir que “los insumos del liderazgo” se instalan y cultivan en los primeros años de vida del ser humano y se refuerzan en las organizaciones que integramos.

¿Cuáles son las claves para que las organizaciones tengan grandes líderes?, ¿Qué modelos hay que seguir para formar líderes al servicio de todos los grupos de interés y que además tengan el sano poder de influencia que inspira a sus colaboradores para buscar el bienestar?, ¿Qué deben hacer las organizaciones para contar con líderes que logren engrandecer a las personas y a sus organizaciones? Ciertamente hay varias respuestas pero una de ellas puede encontrarse revisando el modelo Jesuita, descrito detallada y documentadamente por Chris Lowney en su libro “El Liderazgo al estilo de los Jesuitas”. Esta organización y sus líderes,  a pesar de las expulsiones que sufrieron a lo largo de su historia (la más importante la efectuada por el Papa Clemente XIV en 1773), encontraron la forma de reconstruir su organización y mantener su innegable influencia y liderazgo hasta nuestros días, pues, como todos sabemos, el Papa Francisco es miembro de la “Compañía de Jesús”. ¿Cómo es que esta organización logró sobrevivir a tantas  calamidades que hubieran desaparecido del mapa a cualquier otra?

Las respuestas a estas preguntas están estrechamente vinculadas a los cuatro principios que sostienen el liderazgo jesuita:
•Conocimiento de sí mismo: Entender sus fortalezas, debilidades, valores y puntos de vista sobre el mundo. Desarrollar el hábito diario de reflexión sobre el aprovechamiento de nuestro potencial y sobre la evolución de nuestras fortalezas, debilidades, valores y visión del mundo. Esta sencilla pero nutritiva disciplina, es lo que nos permite establecer nuestro camino de mejora continua.
Ingenio: Innovar confiadamente y adaptarse para acoger un mundo siempre cambiante. Pensar y vivir de una manera original, rompiendo los miedos al inmovilismo, al temor a lo desconocido, ampliando nuestra perspectiva y despojando prejuicios. Este comportamiento asegura nuestra auto sostenibilidad.
•Amor: Tratar a los demás con una actitud positiva mirando al mundo con dignidad, sin miedo, mentira ni codicia, confiando en que las personas dan lo mejor de sí mismas si se las trata con apoyo y afecto verdaderos; es decir con amor. Este componente nos ennoblece.
•Heroísmo: Fortalecerse a sí mismo y a los demás con aspiraciones trascendentes. El heroísmo nos hace elevar las miras y nos dirige a algo más grande. Nos hace soñadores y pragmáticos al mismo tiempo. Nos permite una forma de vida comprometida con la lucha por superarnos y facilitar el que otros se superen. Este principio nos impulsa.

Desde los inicios de la compañía de Jesús hasta la actualidad, estos principios se inculcan y refuerzan en un proceso de inducción y formación básica que dura el doble de tiempo del que asignan otras órdenes religiosas, y se refuerzan en el desempeño diario de las labores de aquellos que ya ejercen funciones en la compañía. Si queremos hacer una analogía con la gestión moderna de personas, los jesuitas tenían y tienen un programa de capacitación continúa para el crecimiento y desarrollo del Liderazgo de sus colaboradores. Curiosamente mientras más potencial de desarrollo tiene la persona, más riguroso es el programa de capacitación. Otra de sus llaves, sino la principal, radica en el proceso de reclutamiento y selección, pues a pesar de requerir más colaboradores para realizar su misión, los jesuitas no modificaron el exigente perfil del puesto y se abstuvieron de seleccionar  a aquellos que no calificaban. La lógica era simple: “si bajaban el perfil tendrían podrían atender las necesidades inmediatas pero no aseguraban ni la calidad ni la sostenibilidad por falta  o debilidad de liderazgo”

Especialistas en liderazgo, como Sthepen Covey,  Peter Druker, John Zenger, John Maxwell y otros, coinciden en que “solo donde hay arcilla se puede moldear” y que por tanto la diferencia está en las personas. Si usted quiere asegurar el sólido crecimiento, desarrollo y sostenibilidad de su organización, empiece por dar buen ejemplo, sea exigente con los perfiles de puesto y con  las personas que selecciona, evalúe integralmente a los candidatos y no únicamente las competencias técnicas y profesionales, sino también competencias blandas como Liderazgo. Invierta en hurgar e identificar los valores de sus candidatos y también de los colaboradores que pertenecen a su organización; sobre todo el de aquellos que tienen a cargo personas. Recuerde que el problema de la falta de liderazgo no es responsabilidad primaria de la persona que fue contratada o promovida; es responsabilidad de quien lo contrató o promovió y solo puede ser resuelto por él, mientras conserve esa temporal posición.

Contrate, refuerce, forme y desarrolle Líderes. Si le queda alguna duda vea el corto video de Jack Welch siguiendo este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=JqeWjWbW3q8.   Si desea más información  sobre Liderazgo escríbanos a este correo: servicioalcliente@goldenage.pe .