COLUMNA DE:
Ing Liliana Aragón Caballero

Ing Liliana Aragón Caballero

Docente del departamento Académico de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional Agraria la Molina. Decana de la Facultad de Agronomía
06 marzo 2017 | 09:39 am Por: Ing Liliana Aragón Caballero

La evolución de las plagas y el cambio climático

La evolución de las plagas y el cambio climático
Cuando realizaba mi maestría en fitopatología, la economía del país era muy complicada, habían transcurrido apenas algunos años del ‘fujishock’. La dinámica de enfermedades de plantas en cierto grado era un tanto estable; las problemáticas sanitarias eran comunes de año a año, nada cambiaba a nivel climático de manera abrupta. Pero en el año 1995 se reportó un síntoma que no era común en La Libertad, el cual correspondió a pústulas de la roya del espárrago. En años previos se habían instalado esparragueras tanto en Trujillo como en Ica.

A partir de esa fecha, y durante los siguientes años, fueron incrementándose los reportes de la roya del espárrago, no solo en Trujillo sino también en Ica, por lo que se generó una epidemia o epifitia. Fue impresionante ver hectáreas tras hectáreas de esparragueras de color rojizo conforme uno avanzaba por las carreteras o caminos; el color rojizo es propio de la fase uredo de la roya.

Luego de trabajos de investigación realizados en la UNALM a cargo del Ing. W. Apaza, se establecieron estrategias de control químico, componente importante dentro del manejo integrado de la enfermedad. El precio de exportación del espárrago permitía la inversión en la investigación. Luego de esos años la economía del país fue mejorando así como la inversión privada en agricultura.

¿Qué ocurrió en los siguientes años?

Fueron incrementándose áreas de siembra, nuevas zonas de cultivo, nuevos cultivos, se introdujeron diversas variedades. Introducir en un agroecosistema nuevas especies vegetales o mayor diversidad de cultivares genera una nueva dinámica de la genética del hospedante; las reacciones de los hospedantes o cultivos pueden ser de susceptiblidad, moderada susceptibilidad, moderada resistencia o resistencia en relación con la diversidad de genes de virulencia o avirulencia de las poblaciones de patógenos.  

Pero un componente adicional que potencia la diversidad de interacciones entre los genes de los patógenos y de los hospedantes es el cambio climático. Un incremento de 0.5 o 1 grado Celsius para un patógeno es determinante para que se potencie el ciclo de vida.

Un hecho interesante fue que luego del Fenómeno del Niño de 1983 empezaron a manifestarse plantas de tomate con síntomas de la peste negra en la zona del Callao; y luego del Fenómeno del Niño del 97 se desarrolló la epidemia de un nuevo begomovirus, al cual se le confundió con el virus de la hoja de la cuchara en el tomate (TYLCV); este grupo de virus es transmitido por mosca blanca, vector que también pasó por un cambio poblacional del biotipo que se encontraba antes del Fenómeno del Niño.

Cada vez que se introduce un nuevo cultivo a un determinado agroecosistema, se observa el desarrollo de distintas problemáticas sanitarias. Para ilustrar esto: luego de la instalación del cultivo de alcachofa sin espinas (2000 aproximadamente) en una zona de irrigación (suelo arenoso) se detectó la susceptibilidad a Meloidogyne; posteriormente, el cultivo pasó a ser instalado en suelos de valle (suelo franco o franco arcilloso) y en este caso se detectó la susceptiblidad frente a Pectobacterium; luego de desarrollar estrategias de manejo de la enfermedad producto de la investigación se redujeron dichas problemáticas. Pero, posteriormente se manifestó otra problemática: Leveillula, y en años de inviernos fríos y húmedos se manifestó Sclerotinia.

De hecho que se continuó con la inversión en investigación a fin de introducir estrategias de manejo para las nuevas problemáticas. Lo observado en este cultivo es algo que se repite constantemente cada vez que se introduce un nuevo cultivo en una zona de producción.

¿Qué hacer frente a estos comportamientos? Pensar en establecer jardines de variedades para evaluar los comportamientos de susceptibilidad o resistencia a patógenos puede ayudar a descartar material susceptible y por ende reducir pérdidas a los productores. Pero cada año es distinto, me refiero a que un determinado año el invierno puede ser muy frío y al siguiente año puede ser cálido; de ahí que la manifestación de las enfermedades también actúa como un indicador. Por ejemplo, durante un invierno cálido es posible observar un incremento de síntomas por Sclrotium rolfsii en distintos cultivos y este patógeno se constituye como indicador de este comportamiento.

Frente a la inestabilidad del clima, se requiere invertir en estaciones meteorológicas que monitoreen las variables climáticas y que al correlacionar con la data de intensidad de enfermedades puedan diseñarse sistemas de alerta que estén disponibles para todos los agricultores y que ellos puedan acceder vía Internet. Mientras se disponga de más información se podrán tomar mejores decisiones.