COLUMNA DE:
Sandro Barreto

Sandro Barreto

13 julio 2015 | 10:57 am Por: Sandro Barreto

El Maestro, las Decisiones y los Búmeran.

El Maestro, las Decisiones y los Búmeran.
En mi paso por ESAN tuve la suerte de ser discípulo del extraordinario maestro Enrique Valdez Flores, quien destacaba no solo por sus cualidades humanas y dominio de sus especialidades, sino también por su gran capacidad para transmitir conocimientos; él no buscaba enseñar, buscaba que el alumno aprenda. A pesar de que han transcurrido varios años de su muerte he constatado que su legado sigue vivo, toda vez que los más de un centenar de casos que elaboró siguen inspirando y estimulando a muchas de las personas que tienen la oportunidad de trabajarlos, ya que este valioso material les permite la adquisición de conceptos y competencias que, sin la menor duda, tendrán un impacto positivo en sus vidas.

Cuando Enrique ingresaba al aula se transformaba en un actor todoterreno que dominaba el escenario y enganchaba con velocidad asombrosa a todos y cada uno de los participantes. Él podía levantarnos y revolcarnos a su antojo sin que nadie se sintiera ofendido porque dominaba el arte de la interrelación. Todos sus alumnos concluíamos en que su método era genial porque mientras más alto levantaba a alguien, más intensa y nutritiva era la revolcada. Nuestra ganancia se generaba en la facilidad para efectuar las reflexiones e interiorizar los conceptos, pues  su piedra de toque era el uso del pensamiento crítico por parte del alumno ya que dominaba el arte de hacer preguntas esenciales. Ningún participante dejaba de ser influenciado e impactado favorablemente por él, pues se esmeraba en detectar rápidamente a todos los “solapas” que querían pasar desapercibidos y los sintonizaba en “una”.

En virtud de ello he considerado propicio compartir una sencilla pero poderosa matriz que nos indujo a elaborar  a mediados de en la octava clase del PEE de Administración y Organización que tenía a su cargo. El ejercicio consistió en listar en 15 minutos, las 3 características o variables que mejor podían representar a un directivo exitoso en la toma de decisiones y otras 3 para identificar a uno desastroso en las mismas. Las restricciones que puso fue que no debería ponerse como característica ser líder y que las segundas deberían ser diametralmente opuestas a las primeras. El reto parecía muy sencillo y la propuesta  que planteamos los alumnos, luego de un intenso debate, fue la siguiente:                           



Durante el debate Enrique intervino con una sola pregunta cuándo pusimos como característica la palabra “conocimiento”; esta fue: ¿Qué suple al conocimiento cuando no se tiene? Su cuestionamiento nos llevó a remplazar esa variable por “criterio”, pues quien a pesar de no tener conocimiento tiene criterio, como suele ocurrir en la toma de decisiones, podrá investigar y asesorarse adecuadamente para encontrar la ruta que lleve a su organización a buen puerto.

Con mucha calma y una gran sonrisa nos pidió el sustento y procedimos con confianza y mucha expectativa, pues teníamos totalmente claro que recibiríamos una enseñanza para toda la vida. Luego de sustentar con apasionamiento y un poco de polémica, Enrique nos hizo a un lado y tomando posesión del escenario cogió una tiza y dibujó, sin decir palabra, un búmeran que unía dos elementos del exitoso y un elemento del desastroso, quedando nuestra matriz de esta manera:



Acto seguido explicó: lo peor que le puede ocurrir a una organización es tener un directivo con estas tres características porque: se le ocurrirán cualquier cantidad de estupideces, por ser creativo y sin criterio, que las llevará a la práctica con un entusiasmo desbordante, por ser trabajador. Todos estallamos en risa al ver la contundencia de este búmeran, pero Enrique; serio, demandante y con voz alta nos dijo: “pongan ejemplos del día a día para que nunca dejen de verla y eviten cometerla”.

Nuestros ejemplos fueron hacia algunas de las decisiones que tomó Alan García  en los ochenta:

•    “Estaticemos la banca porque gana mucho dinero”…, y nadie invirtió en nuestro país.
•    “Paguemos al FMI el equivalente al 10 % de lo que exportamos porque estamos escasos de dólares”.., y nos convertimos en inelegibles.

El clímax  del ejercicio llegó cuando Enrique nos hizo auto examinarnos con esa matriz, demostrándonos con la frontalidad y amor que lo caracterizaban, que todos tenemos un García  ochentero latente que puede emerger en un momento en que nuestras emociones anulan nuestro criterio.

 Así como esas equivocadas decisiones se tomaron y se hicieron públicas, hay otras que se dan en las organizaciones  privadas y que solo se hacen públicas entre los grupos de interés y sus relacionados; por ejemplo:

•    Es un clásico en los “cierres de mes” arrimarle los inventarios a los distribuidores y canales comerciales para cumplir la cuota, sin pensar que el pan de hoy es hambre para mañana. Se alargan los plazos de crédito afectando el flujo de fondos incrementándose el costo financiero, se dan mayores descuentos afectando los márgenes y sentando precedentes para futuras transacciones, se incrementan los días de inventario elevando el costo de almacenaje, etc...
•    Otro de salón es el refinanciamiento a los morosos convirtiendo deuda vencida en deuda fresca para que los indicadores de gestión salgan bonitos, sin pensar que lo único que se ha hecho es maquillar el problema y engañar a los accionistas, directores y bancos. Adicionalmente en ciertas ocasiones de delirio creativo, ese refinanciamiento permite venderle nuevamente al cliente en la ilusión que este cumplirá puntualmente con las nuevas y refinanciadas obligaciones.
•    Uno que siempre está en cartelera es desvincular a un colaborador por la falta de responsabilidad de un directivo, sin pensar cómo se afecta la moral y la motivación de los que quedan en la organización.
•    De igual manera ocurre cuando se desarrolla un nuevo modelo de negocio o se implementa un nuevo proceso y no se capacita y entrena debidamente a los colaboradores que deben ejecutar las actividades del proceso.
•    Otra de campeonato es tomar la decisión de mantener a un colaborador en su puesto a pesar de que sus valores y principios, reflejados en su habitual comportamiento, mellan y convierten en letra muerta a los valores y principios declarados por la organización.

Diariamente hay muchísimas decisiones que se toman y llevan a cabo por la falta de criterio o sentido común, que como sabemos es el menos común de los sentidos. Nadie puede saberlo todo ni nadie tiene el control absoluto de sus emociones; sin embargo nos enamorados de nuestras ideas, no las contrastamos con personas que hagan el debido contrapeso o si lo hacemos no les hacemos caso y hasta nos molestamos con ellos. También ocurre que las contrastamos con personas cuya principal función es llevar el amén y que solo contribuyen a mermar los resultados por sus incompetencias. En ambos casos la responsabilidad siempre será de la persona con la autoridad de tomar la decisión.

Para conocer más sobre las estupideces de nuestra especie les recomiendo la lectura de dos divertidos e ilustrativos libros: “Historia de la Estupidez Humana” de Paul Tabori y “Porque la gente inteligente comete estupideces” de Paolo Legrenzi, quien afirma que la estupidez no implica falta de inteligencia. Si desean más información sobre criterio y pensamiento crítico escríbanos a este correo: servicioalcliente@goldenage.pe, o visite la página web: www.goldenage.pe